lunes, 28 de noviembre de 2011

Pájaro de mal agüero

Cuando se dice de alguien que es un "pájaro de mal agüero" estamos indicando que un hecho o una persona presagia desgracias o da mala suerte. También se llama "agorero" al que nos recuerda todo el tiempo que nos van a pasar cosas malas.

"Agüero" viene de la palabra latina augur, que se utilizaba para denominar a los sacerdotes que se dedicaban a predecir diversos hechos útiles utilizando métodos muy diversos, como el análisis de los hígados de las ocas y otras aves sagradas. De esta palabra viene el verbo español "augurar", 'adivinar o pronosticar el futuro'. Los augures eran personajes muy importantes en Roma, porque con sus predicciones influían en el pueblo y acababan teniendo razón. Por ejemplo,  si auguraban un mal resultado en la batalla, los soldados salían desmoralizados, y es fácil que pierdan por ello, aumentando así la fe que se tenía en sus palabras.

Las aves eran a menudo el método de adivinación de estos sacerdotes: se valoraba su especie, su número, su canto y la dirección de su vuelo. Cicerón, por ejemplo, se pregunta intrigado por qué son favorables el vuelo del cuervo a la derecha y el de la corneja a la izquierda. También Plutarco da diversas indicaciones al respecto. Es por eso que la frase que nos ocupa nombra a las aves como portadoras de mala suerte.

Sin embargo, diversos dirigentes romanos se burlaron de la suerte según las aves: Apio Claudio Pulcher se encontró con que, según los augures, los pollos sagrados no quería comer, lo que indicaba que perderían la siguiente batalla naval. Entonces el general dijo: "si no quieren comer, que beban", y los lanzó al agua.

Finalmente, cabe indicar que, a pesar de que en las películas y los libros de terror se ha identificado el cuervo con el ave maldita, eso no es de todo exacto: en el mundo romano muchas fueron las aves que traían buena o mala suerte, no solo el cuervo. Esta atribución se deberá, seguramente, a que el cuervo es negro, color infausto, y se alimenta a menudo de carne muerta. Por ello otras culturas, como la hebrea, lo han identificado con lo impuro: Noé soltó un cuervo para ver si había acabado el diluvio, pero no volvió. Sí lo hizo la paloma, símbolo de pureza. Como curiosidad, el cuervo es el pájaro más nombrado por Shakespeare en sus tragedias Otelo y McBeth.


Referencias: García Remiro, José Luis (2001). ¿Qué queremos decir cuando decimos...? Frases y dichos del lenguaje diario. Madrid: Alianza.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Concordancia y discordancia


A ver, hoy vamos a atacar un tema no demasiado difícil, pero sí lioso: la concordancia. La concordancia es una característica fundamental de las lenguas que, en el caso de la lengua española, se define en el Diccionario Panhispánico de Dudas como "la coincidencia obligada de determinados accidentes gramaticales (género, número y persona) entre distintos elementos variables de la oración". Normalmente distinguimos entre:

  1. Concordancia nominal: Es la propia del núcleo del sintagma nominal con sus determinantes o complementos. Esta concordancia es de género (masculino/fememenino) y de número (singular/plural), y se produce entre:
    • El sustantivo y su determinante o su adjetivo: "una gata blanca".
    • El pronombre y su referencia: "A tus hijos me los encontré en el parque".
    • El sujeto con el atributo, el complemento predicativo o el participio de un verbo en voz pasiva:
      • "Las niñas son preciosas" [Sujeto > Atributo]
      • "Ellos se encontraban cansados" [Sujeto > C. Predicativo]
      • "Los cuerpos fueron hallados en el barranco" [Sujeto > Participio]
  2. Concordancia verbal: Se establece entre el sujeto y el verbo, y es de número y de persona  (primera, segunda o tercera): "Los niños cantan muy bien".
En general, los hablantes nativos no tienen problemas con la concordancia. Sin embargo, existen algunos casos de duda que conviene conocer para no equivocarse. Pueden resumirse en las siguientes normas:
  • Cuando en un sujeto se enumeran varios elementos en singular, el verbo debe ir en plural; ese plural es la suma de varios singulares: "La azucena y la margarita son blancas". Ahora bien, cuando cada uno es de un género diferente, predomina el masculino: "El gladiolo y la margarita son blancos".
  • Las construcciones partitivas están formadas por un cuantificador + de (muchos de ellos, una de nosotras, algunos de vosotros, etc.) y siempre concuerdan en género con el cuantificador, a pesar de que el grupo general integre masculino y femenino. Por ejemplo, *Es una de los alumnos más brillantes es incorrecto; debe decirse "Es una de las alumnas más brillantes", aunque haya alumnos y alumnas en el grupo.
  • Sin embargo, las construcciones cuantificador + de + sustantivo plural, como la mayoría de nosotros, el resto de los libros, multitud de problemas, etc. pueden concordar en singular o en plural, aunque se prefiere el plural, porque hay casos en los que es obligatorio. Es decir, es más fácil hacerla en plural, porque siempre es correcto: "Una infinidad de manifestantes se congregaron en la Puerta del Sol".
  • Los sustantivos epicenos (esto es, tienen el mismo género para macho y hembra, como langosta, jirafa, mosca, rinoceronte...) concuerdan según el género de la palabra, no según el sexo. Esto da lugar a divertidas expresiones, como "Ese rinoceronte está embarazado", que, sorprendentemente, es lo correcto.
  • Los sustantivos colectivos son los que indican, en singular, un grupo de individuos, como rebaño, familia, grupo, gente... Son algo problemáticos en cuestiones de concordancia, porque:
    • Si son núcleo del sujeto, el verbo DEBE ir en singular, a pesar de los frecuentes errores orales: "Esa gente ayer estuvo en la obra".
    • Pero si es una oración coordinada copulativa, el segundo verbo puede ir en singular o en plural, porque en el segundo caso se sobreentiende un sujeto: "El rebaño iba por la cañada y, al final, subieron (las ovejas, ellas) poco a poco la ladera".
    • En las oraciones copulativas con ser tenemos una doble norma:
      • Si el atributo es un sustantivo, verbo y atributo van en plural: "Esa gente son unos asesinos", "El problema son las elecciones".
      • Si el atributo es un adjetivo, verbo y atributo van en singular: "Esa gente es desorganizada".
  • Con los tratamientos de respeto como ilustrísima, majestad, excelencia, señoría, etc., la concordancia se hace con el género de la palabra, no con el sexo del referente. Esto es, la concordancia es en femenino: "Su graciosa majestad Jorge II".
  • Las contrucciones  de tipo o de carácter + adjetivo se posponen a un sustantivo para asignarle, de manera indirecta, una determinada característica. El adjetivo que expresa dicha característica ha de ir en masculino singular, pues debe concordar con las palabras "tipo" o "carácter": así, decimos "La situación puede obedecer a una razón de tipo estratégico", no *estratégica, porque tipo es masculino.

Bibliografía: Real Academia Española (2005): Diccionario Panhispánico de dudas. Versión en línea [Consultado: 11/11/2011].