La frase de hoy es una referencia muy culta, pero es bastante curiosa, y merece la pena conocerla. Eróstrato fue un pastor de Éfeso que incendió el Templo de Artemisa, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo (solo ha llegado a nosotros la Gran Pirámide). El templo quedó destruido y nunca volvió a reconstruirse.
Plutarco nos da incluso la fecha en la que ocurrió: el 21 de julio de 356 a. C., la noche del nacimiento de Alejandro Magno. El rey Artajerjes lo hizo torturar hasta que confesó el motivo del incendio: Eróstrato quería conseguir la fama a cualquier precio, aunque con ello diríamos que es infame, es decir, conocido por sus innobles actos. El rey prohibió bajo pena de muerte cualquier registro por escrito de su nombre, para evitar así su propósito. Evidentemente, no lo consiguió, y su nombre a llegado hasta nuestros días.
Es por eso que en psicología y como frase hecha se utiliza la expresión "tener síndrome o complejo de Eróstrato" para nombrar a las personas que buscan excesivamente la notoriedad o pretenden ser el centro de atención a través de los actos más viles, o sean cuales sean las consecuencias. Por ello es conveniente conocer esta expresión y, sobre todo, no acabar como el protagonista.
Plutarco nos da incluso la fecha en la que ocurrió: el 21 de julio de 356 a. C., la noche del nacimiento de Alejandro Magno. El rey Artajerjes lo hizo torturar hasta que confesó el motivo del incendio: Eróstrato quería conseguir la fama a cualquier precio, aunque con ello diríamos que es infame, es decir, conocido por sus innobles actos. El rey prohibió bajo pena de muerte cualquier registro por escrito de su nombre, para evitar así su propósito. Evidentemente, no lo consiguió, y su nombre a llegado hasta nuestros días.
Es por eso que en psicología y como frase hecha se utiliza la expresión "tener síndrome o complejo de Eróstrato" para nombrar a las personas que buscan excesivamente la notoriedad o pretenden ser el centro de atención a través de los actos más viles, o sean cuales sean las consecuencias. Por ello es conveniente conocer esta expresión y, sobre todo, no acabar como el protagonista.
Otro síndrome muy curioso, pero esta vez usado comúnmente en positivo, es el "síndrome de Stendhal" o "síndrome de Florencia": sentir felicidad, pero también palpitaciones, aumento del ritmo cardíaco y una emoción sin freno ante la observación de obras de arte consideradas extremadamente bellas. Se llama así porque el escritor romántico francés Stendhal, en 1817, relata en su libro Rome, Naples et Florence que vivió una emoción profunda, sudores y mareos cuando visitó y admiró la belleza de la basílica de la Santa Cruz en Florencia: "Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme" (Wikipedia). La psiquiatra italiana Graziella Magherini describe este síndrome en 1979 y lo bautiza con el nombre de Stendhal en honor a este episodio. La frase, no obstante, se ha convertido en un símbolo de la visión romántica ante la acumulación de belleza y el goce artístico.

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