jueves, 15 de noviembre de 2012

Fechas y dataciones

La entrada de hoy es quizá un poco específica o puede parecer rara, pero si nos paramos a pensar escribimos la fecha casi cada día, y pocas veces nos preguntamos si lo hacemos bien. Sin embargo, cuando nos toca redactar una carta formal, un contrato o un texto académico pueden asaltarnos dudas sobre la manera correcta de dar una fecha. Aquí pretendo ofrecer una pequeña guía sobre cómo dar fechas correctamente.

En primer lugar, existen varios modelos para escribir una fecha. Como siempre, es la Real Academia la que nos explica estos modelos y cuál de ellos es más conveniente, y cuándo es correcto usarlos:
  1. Tradicional o ascendente. Es el habitual en lengua española: se escribe la fecha indicando, por orden, el día, el mes y el año, y se separan estos datos con la preposición de. Por ejemplo: 27 de febrero de 1983. Es el aconsejado por la RAE para todos los casos, por razones de unidad lingüística de la comunidad hispanohablante. Si se indica el día de la semana o el lugar de escritura, se pone ante la fecha separado por coma: Martes, 3 de abril de 2004; Barcelona, 5 de junio.
  2. Anglosajón. Es el tradicional en inglés: se escribe el mes, el día y el año, y en español se separan estos dos últimos con de. Ejemplo: febrero 27 de 1983. Tiene cierto uso en América, pero no se recomienda por ser un anglicismo innecesario. Hay que recordar que en ningún caso se aceptaría poner el mes en mayúscula (excepto tras punto y seguido, principio de párrafo u otros casos normativos), porque aunque en inglés meses y días de la semana van siempre en mayúscula, esto es incorrecto en español.
  3. ISO. La Organización Internacional de Normalización (en inglés ISO, International Organization of Standardization) recomienda el uso general del orden descendente, esto es, año, mes y día, sin preposición entre los elementos: 1983 febrero 27. Solo debe usarse en documentos científicos o técnicos de uso internacional.
Por una parte, las fechas pueden escribirse con letras. Esta forma únicamente es propia de documentos notariales, escrituras, cheques o documentos muy solemnes. Curiosamente, para el primer día cada mes se usan dos formas: primero de enero de 1993, en Hispanoamérica; o Uno de enero de 1993, en España. Ambas son correctas.

Por otra parte, otra forma habitual es indicar día y año con números, y el mes, con letras: 10 de junio de 1988. Los números suelen ser arábigos; los números romanos son propios de documentos antiguos, y hoy solo se usan, a veces, en placas conmemorativas.

Finalmente, una forma breve y útil, aunque más informal, es usar solo números, separados por guiones, barras o puntos sin espacios en blanco: 5-11-1999; 21/1/56; 19.8.1956. El año puede abreviarse en sus dos últimas cifras, mientras que no se recomienda, en el caso del mes, poner un 0 si la cifra es de menos de dos dígitos, exceptuando casos técnicos o informáticos que lo requieran obligatoriamente.

Respecto a cómo introducir la mención de una fecha en el discurso, deben emplearse, según el caso, las preposiciones a, en, de o la ausencia de preposición.
  • Cuando el verbo principal es estar e indicamos el día, se usa la preposición a: Estamos a miércoles; ¿A qué (día) estamos?; Estamos a 26 de diciembre. También se emplea la preposición a si se menciona el día sin artículo y se sobreentiende el verbo principal: En Barcelona, a 15 de noviembre de 2012.
  • Cuando el verbo principal es ser para indicar el día, no se utiliza preposición: Es lunes; ¿Qué día es hoy?Es 26 de diciembre. También van sin preposición si el día va precedido del artículo: Quiero irme a México el 26 de noviembre.
  • Si solo se indica el mes o el año, utilizamos la preposición en: Estamos en enero; Nací en 1983.
  • Por último, usaremos de cuando antepongamos la palabra mes al nombre del mes: Ocurrió durante el mes de octubre. Esto no es necesario tras la palabra año, aunque puede utilizarse de manera literaria o formal: Aconteció en el año (de) 1492.
Existen a veces dudas sobre si se usa el artículo el o el contracto del ante los años. Para ello, el Diccionario Panhispánico de Dudas indica algunas recomendaciones. En general, del año 1 hasta el 1100 puede usarse el artículo, sobre todo en lengua oral; del año 1101 a 1999 es preferible no usar el artículo, aunque sea posible, pero si solo se nombran la última cifra de dos dígitos, su uso es obligatorio (Nací en el 83). A partir del año 2000, origen de la duda, se hizo mayoritario el empleo del artículo (Llega el 2000). Sin embargo, la Academia recomienda no utilizar el artículo en cartas y documentos, aunque no pueda considerarse incorrecto. Así, es preferible escribir 25 de diciembre de 2012, por ejemplo.

Otro asunto recurrente es que, para escribir antes de Jesucristo o después de Jesucristo, utilizamos diversas fórmulas, pero nunca con el símbolo - antes del año: Ocurrió en *-175. Siempre dejamos un espacio en blanco tras el punto de la abreviatura y ponemos las iniciales de (Jesu)Cristo en mayúscula.
  • a. de J. C. / d. de J. C.
  • a. de C. / d. de C.
  • a. J. C. / d. J. C.
  • a. C. / d. C.
Y, para finalizar, es totalmente incorrecto escribir un punto para separar las unidades de millar en los años: nunca ponemos *2.012, por ejemplo.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Quedar en agua de borrajas

Decimos que una cosa ha quedado en agua de borrajas cuando esta, de la que se esperaba mucho, acaba  sin resultado o en uno poco importante.  Y alguien se preguntará: ¿qué es una borraja? La borraja es una verdura, la borago officinalis, que se consume mucho en ciertas partes de España, como Aragón, La Rioja, Navarra, Lérida o Mallorca. En realidad, tomarla en caldo es bastante típico. Pero ¿por qué entonces se relaciona este caldo con el resultado insatisfactorio de una asunto? 

La explicación más probable es que se trata de una tergiversación: la forma original de esta expresión era quedar en agua de cerrajas, planta típica de Canarias (sonchus acaulis) con la que antiguamente era muy común que las farmacias prepararan agua de cerrajas, que se aplicaba para multitud de dolencias de todo tipo. En el siglo XVIII, sin embargo, dejó de utilizarse porque se consideró su inutilidad para curar tales males. De ahí que se acuñara la frase quedar en agua de cerrajas, pues era remedio del que se esperaba mucho y se conseguía poco. Con el tiempo, la cerraja derivó en borraja en la expresión que hoy tratamos, por ser una verdura mucho más conocida, y se relacionó con que el caldo de esta era poco sustancioso.

Otra divertida explicación la ofrecía Joan Amadés para el equivalente catalán tornar-se aigua de borratges en su obra Refranyer catalá comentat (1985). Resulta que existía una antigua creencia en torno a la planta de la borraja: con solo pisarla, una mujer se quedaba embarazada. Para Amadés, la frustración al intentarlo y no conseguirlo podría haber provocado el significado de la expresión. Puede parecer divertido, pero en la tradición popular hay bastantes ejemplos de malas hierbas u otros elementos comunes que, entre otros efectos, embarazaban a las mujeres incautas. Así podemos leerlo varios romances, como el que sigue y cierra esta entrada, el de Don Tristán: este caballero, herido de muerte, llora amargamente porque va a morir junto con su esposa, que también llora desonsolada. Sus lágrimas riegan una planta y, además, van a provocar en la narradora un efecto no deseado:

  Llora el uno, llora el otro,            
        toda la cama se baña;           
        el agua que de ellos sale               
        una azucena regaba:             
        toda mujer que la bebe,         
        luego se siente preñada.                
        Así hice yo, mezquina,          
        por la mi ventura mala.      


REFERENCIAS




jueves, 8 de noviembre de 2012

Complementos directos con la preposición "a"

¡Bienvenidos! Hoy vamos a degustar un menú compuesto en general por complementos directos de tipo muy diverso, pero que tienen en común el uso (o no) de la preposición "a". Cuando esto se explica en clase parece muy simple, pero al consultar la RAE nos encontramos pequeñas excepciones o determinados casos que pueden resultar confusos. ¿Qué debemos decir: Busco un compañero de piso o Busco a un compañero de piso? Además, ¿significan ambas oraciones lo mismo? Vamos a tratar el tema con calma, pero simplificando lo que indica la Academia en su Diccionario Panhispánico de Dudas. ¡Allá vamos!

En general, el uso de "a" depende de si el complemento es nombre propio de persona o animal, y nombres comunes de un ser animado o nombres colectivos cuando los referentes son conocidos o determinados, en cuyo caso nos veremos forzados a usarla (subrayo el complemento directo).
  • Vi a María en el parque.
  • Vi a Luna ladrando en el jardín.
  • Me encontré a unos amigos en el parque.
  • Encontré a los manifestantes en aquella esquina.
  • Busco los alumnos fuera del colegio.
Esto incluye sustantivos que pueden ser entendidos como un conjunto de personas:
  • Ayer llamé al colegio para preguntar.
  • Premiaron a la empresa por sus buenas prácticas.
En los dos últimos casos vemos que es importante que en los nombres no propios los referentes sean conocidos; en estos casos, esos amigos son del hablante, los manifestantes son de una manifestación conocida, y los alumnos son evidentemente conocidos por ambos emisores. Tendríamos que hacer las oraciones sin a si fueran desconocidos:
  • Me encontré unos amigos en el parque, charlando de sus cosas.
  • Encontré unos manifestantes en aquella esquina.
  • Busco unos alumnos fuera del colegio.
Esto afecta también a todos los pronombres que puedan sustituirse por los respectivos sustantivos, incluso en oraciones con interrogativos, relativos, etc.:
  • Me encontré a aquellos en el parque.
  • No conozco a nadie.
  • ¿A quién buscas?
  • Los alumnos a los que buscamos no aparecen.
Sin embargo, hay algunos verbos que implican usar esa a incumpliendo las normas anteriores. Son los llamados "verbos de afectación física o psíquica", los definidos como "verbos de percepción", y los "verbos que significan orden lineal o jerárquico".
  1. Los verbos de afectación física como acompañar, admirar, afectar, alabar, amar, empujar, engañar, golpear, maltratar, matar, odiar, perjudicar, saludar... llevan preposición con complementos de persona, aunque esta sea desconocida o indeterminada. Son bastantes verbos y a veces solo el uso nos dará la pista, como ocurre con el verbo mandar que he buscado para el ejemplo final:
    • Admiro a mis padres por sus esfuerzos.
    • Juan amaba a una chica de su barrio.
    • Esa nueva ley perjudica a las minorías.
    • Es difícil mandar a un jefe a freír espárragos.
  2. Algunos verbos de percepción, fundamentalmente mirar, observar y oír, conllevan usar la preposición a ante nombres comunes de persona determinados por un indefinido. En cambio, con los verbos de percepción ver y conocer, la preposición puede o no aparecer:
    • Miraba a un señor que daba de comer a las palomas.
    • a una cantante quejarse de su contrato.
    • Observé a algunas chicas que paseaban por el parque.
    • Vi una chica que corría / Vi a una chica que corría.
    • Conozco una persona muy influyente / Conozco a una persona muy influyente.
  3. Los verbos de orden lineal o jerárquico, como preceder o seguir, y otros como acompañar, modificar, complementar o sustituir, conllevan la preposición a incluso ante nombres de cosa:
    • La tristeza precede a la depresión.
    • La nueva ley modifica a la anterior. [Aquí mucha gente se comería la a... Eso sería incorrecto].
    • El sofá sustituirá a los dos sillones tras la reforma. [Lo mismo que antes].
Hay un último caso de a obligatoria, aunque es solo por distinguir dos complementos: cuando tanto el sujeto  como el complemento directo no personales se ponen después del verbo, ponemos a ante el segundo, para distinguir ambos. Comparemos:
  1. En la Feria del Libro la cultura venció los obstáculos.
  2. En la Feria del Libro venció la cultura a los obstáculos.
Sin embargo, la Academia recomienda evitar este uso en favor de la anteposición del sujeto, como en el primer ejemplo.

FUENTES

RAE (2005). Diccionario Panhispánico de Dudas. Edición en línea: http://lema.rae.es/dpd/