viernes, 9 de noviembre de 2012

Quedar en agua de borrajas

Decimos que una cosa ha quedado en agua de borrajas cuando esta, de la que se esperaba mucho, acaba  sin resultado o en uno poco importante.  Y alguien se preguntará: ¿qué es una borraja? La borraja es una verdura, la borago officinalis, que se consume mucho en ciertas partes de España, como Aragón, La Rioja, Navarra, Lérida o Mallorca. En realidad, tomarla en caldo es bastante típico. Pero ¿por qué entonces se relaciona este caldo con el resultado insatisfactorio de una asunto? 

La explicación más probable es que se trata de una tergiversación: la forma original de esta expresión era quedar en agua de cerrajas, planta típica de Canarias (sonchus acaulis) con la que antiguamente era muy común que las farmacias prepararan agua de cerrajas, que se aplicaba para multitud de dolencias de todo tipo. En el siglo XVIII, sin embargo, dejó de utilizarse porque se consideró su inutilidad para curar tales males. De ahí que se acuñara la frase quedar en agua de cerrajas, pues era remedio del que se esperaba mucho y se conseguía poco. Con el tiempo, la cerraja derivó en borraja en la expresión que hoy tratamos, por ser una verdura mucho más conocida, y se relacionó con que el caldo de esta era poco sustancioso.

Otra divertida explicación la ofrecía Joan Amadés para el equivalente catalán tornar-se aigua de borratges en su obra Refranyer catalá comentat (1985). Resulta que existía una antigua creencia en torno a la planta de la borraja: con solo pisarla, una mujer se quedaba embarazada. Para Amadés, la frustración al intentarlo y no conseguirlo podría haber provocado el significado de la expresión. Puede parecer divertido, pero en la tradición popular hay bastantes ejemplos de malas hierbas u otros elementos comunes que, entre otros efectos, embarazaban a las mujeres incautas. Así podemos leerlo varios romances, como el que sigue y cierra esta entrada, el de Don Tristán: este caballero, herido de muerte, llora amargamente porque va a morir junto con su esposa, que también llora desonsolada. Sus lágrimas riegan una planta y, además, van a provocar en la narradora un efecto no deseado:

  Llora el uno, llora el otro,            
        toda la cama se baña;           
        el agua que de ellos sale               
        una azucena regaba:             
        toda mujer que la bebe,         
        luego se siente preñada.                
        Así hice yo, mezquina,          
        por la mi ventura mala.      


REFERENCIAS




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