domingo, 14 de octubre de 2012

Al César lo que es del César

En un reciente viaje a Roma, a raíz de una famosa frase pronunciada por el célebre Julio César (13 de julio de 100 a. C. - m. ibid.; 15 de marzo de 44 a. C.) y mal escrita y pronunciada por la mayoría de la gente, decidí que sería bueno dedicar una entrada de este blog a las frases de este conocido gobernante romano.

La susodicha oración mal leída y escrita es la celebérrima "Llegué, vi, vencí", que en latín original se escribe Veni, vidi, vici, y no *vinci (que sería la forma de presente, no la de perfecto -pasado-, como es el caso): yo he llevado a ver este error tatuado. Además, v en latín se pronuncia [u] o [w] (si forma diptongo con la siguiente vocal, pero el sonido es parecido), y c, [k], por lo que la pronunciación correcta sería ['weni / 'widi / 'wiki] o, escrito "a la española", por si hay dudas con el alfabeto fonético, ueni, uidi, uiki. Para complicarlo más, mucha gente dice incorrectamente ['uichi] o ['bichi], porque lo dicen según el latín eclesiástico, que imita la pronunciación italiana.

Pero ¿por qué motivo pronunció Julio César dicha frase? En realidad seguramente no la dijo en voz alta, porque la escribió en un informe que envió a Roma en 44 a. C. después de haber conquistado Pharnaces y Zela, en Asia Menor. ¿Con qué motivo escribió esto? Pues porque conquistó ambas ciudades... ¡solamente en cinco días!

Otra frase conocida de Julio César, que en realidad citaba al comediógrafo griego Menandro, es Alea iacta est, "la suerte está echada". Nos lo cuenta Suetonio en Vida de los doce Césares: Julio César y sus tropas se detienen indecisos ante el puente sobre el río Rubicón, pues cruzarlo significaría entrar en batalla. Se produjo entonces un prodigio: apareció un hombre de altura y belleza extraordinarias y comenzó a tocar la flauta; asombrados, los soldados y trompeteros de César se congregan. Entonces aquel hombre arrebató una trompeta a uno de ellos, saltó al río y, tocando una marcha, se dirigió a la otra orilla. Y dijo César: "Vayamos adonde nos llaman los presagios de los dioses y la iniquidad de nuestros enemigos. La suerte está echada".

Vincenzo Camuccini: Morte de Césare (detalle)
Las últimas palabras atribuidas a Julio César también tienen su historia: víctima de una conjura y asesinado en la Curia por su propio hijo adoptivo, Bruto, la tradición dice que César dijo: Tu quoque, Brute, fili mi? ("¿Tú también, Bruto, hijo mío?). Sin embargo, existen controversias sobre si pronunció o no la famosa frase. Suetonio, por ejemplo, dice que dijo en griego και συ, τεκνον (¿Tú también, hijo mío?), mientras que Plutarco, por ejemplo, indica que no dijo nada, sino que intentó sacarse la toga cuando vio a Bruto entre los conjurados. Shakespeare, que escribió la obra de teatro Julio César, simplificó la primera tradición en Et tu, Brute?, traducido a menudo como "¿Incluso tú, Bruto?" (Even you, Brutus?), y ha pasado a la cultura universal para indicar la traición más inesperada.

La última frase atribuida a César que merece la pena comentar (aunque hay muchas más) es la que mucha gente conoce como "la mujer del César no solo ha de ser honesta, ha de parecerlo". La traducción original debería ser más bien "la mujer de César ha de estar por encima de la sospecha" y nos llega a través del escritor Plutarco en su obra Vidas paralelas. Parece ser que un patricio estaba tan enamorado de la esposa de César, Pompeya, que se coló en las celebraciones de la Buena Diosa, permitidas solo a mujeres, disfrazado de ejecutante de lira. Descubierto, apresado y condenado, César reprobó a Pompeya, a pesar de que sabía que no le había sido infiel, porque no le agradaba que fuera sospechosa de infidelidad: no solo había de ser honesta, tenía que parecerlo.

Fuentes





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