lunes, 16 de enero de 2012

El burro por delante

Conste que voy a hablar de burros, no de alumnos, por mucho que a veces se puedan identificar. Y es que el burro, en nuestra cultura, parece simbolizar a las personas vulgares o poco inteligentes; por eso los escolares torpes acababan con orejas de burrito. No siempre es así, sin embargo: en muchas fábulas se identifica con un animal que suele llegar a viejo y, por eso, representa la sabiduría más popular. Así lo recogen Esopo y Fedro en muchas fábulas. También George Orwell hace que el burro de Rebelión en la granja, Benjamín, sea el único que se dé cuenta de lo que está ocurriendo en su nueva sociedad. Por cierto, recomiendo encarecidamente la lectura de este libro, es muy bueno.

Sin embargo, en la fraseología popular ha solido pesar más la concepción del borrico como un animal algo estúpido. Así, a los que anteponen el "yo" al resto de las personas gramaticales (*yo y tú, por ejemplo), se le dice aquello de "el burro por delante, que no se espante". Esta costumbre fue bastante común hasta el siglo XVIII, y Cervantes lo coloca antepuesto muchas veces. Sin embargo, la cortesía se fue imponiendo y en siglo XIX casi nadie se saltaba la norma.

El asno da para mucho, en realidad, y tiene parte en significaciones muy diversas. Por ejemplo, cuando se pone de vuelta y media a alguien, es decir, cuando se habla muy mal de una persona, se dice que "se le ha puesto a caer de un burro". Y todos lo hemos hecho, ¿eh? Por otro lado, y hablando de cosas graciosas, cuando se quiere hacer valer que, en contra de lo que se dice, el tamaño importa, decimos "el burro grande, ande o no ande". Pero, eso sí, a veces hace falta discreción, dependiendo de la situación: por eso se comenta "bien sabe el asno en qué casa rebuzna", aduciendo que hay que saber dónde se habla.

Finalmente, del siglo XVIII proviene una de las fábulas más conocidas sobre la tontería de los borriquitos: Tomas de Iriarte firma la fábula El burro flautista, de donde viene la expresión, quizá cada vez menos conocida, "como el burro, tocaste la flauta por casualidad". No me resisto a poner el texto completo, que nos indica como sin reglas ni estudios, es imposible tener buenos resultados artísticos y literarios:


Esta fabulilla,
salga bien o mal,
me ha ocurrido ahora
por casualidad.


Cerca de unos prados
que hay en mi lugar,
pasaba un Borrico
por casualidad.


Una flauta en ellos
halló, que un zagal
se dejó olvidada
por casualidad.


Acercóse a olerla
el dicho animal
y dio un resoplido
por casualidad.


En la flauta el aire
se hubo de colar,
y sonó la flauta
por casualidad.


"¡Oh!", dijo el Borrico,
"¡Qué bien sé tocar!
¡Y dirán que es mala
la música asnal!".


Sin reglas del arte
borriquitos hay,
que una vez aciertan
por casualidad.