Aquiles fue famoso por su débil talón, a pesar de todas sus virtudes. Este blog pretende fortalecer nuestro talón más débil: las lagunas que tenemos en nuestra lengua.
A
veces las palabras connotadas presentan diferencias según su género,
sobre todo cuando este género se corresponde con el sexo. Por
ejemplo, un profesional es
una persona que tiene una profesión, pero una profesional
es muchas veces una metáfora que denomina a una prostituta, y está
connotada negativamente. Lo mismo ocurre con una perra, una
cualquiera o una
fulana, que significan
denotativa y connotativamente algo muy distinto a un perro,
un cualquiera y un
fulano.
Parece ser que para nuestra cultura incluso en los tacos lo masculino
y lo relacionado con el hombre están marcados positivamente (Esto
es la polla), mientras que lo
femenino y lo relacionado con la mujer presenta muchas veces una
connotación negativa (¡Qué coñazo!).
A partir, sobre todo, de las reivindicaciones feministas, los
lingüistas llaman sexismo
lingüístico a estos y
otros fenómenos de la lengua que marcan u ocultan a la mujer, como
el llamado género
genérico: el masculino
engloba al femenino. Así, alumnos
engloba tanto a chicos como a chicas, pero alumnas
solo engloba a las chicas. La Academia considera que este aspecto
concreto es propio de la lengua y no incurre en sexismo, pero muchos
manuales de estilo de diarios, empresas y organizaciones recomiendan
usar genéricos como alumnado.
En cualquier caso, el sexismo lingüístico es el reflejo del sexismo
social. El hablante puede elegir concienciarse de ese problema e
intentar incurrir o no en él, y, en lo que a la lengua respecta,
cuidar o no la elección de su léxico.
Hoy me he levantado nostálgico y me ha dado por recordar refranes y dichos que mi madre emplea profusamente, y de la que yo he heredado el hábito y el gusto. Y, entre todos, he recordado uno bastante irónico: Nadie es profeta en su tierra. Así decimos cuando son precisamente los compañeros, los amigos o, más en general, los compatriotas, los mayores censores de uno mismo u otra persona, y los menos dispuestos a reconocer sus méritos. Cosa que pasa mucho en España, al menos hasta que estás muerto, y aquí recuerdo a mi padre cuando, con todo el retintín, decía esta frase de su cosecha: Tenía sus cosillas... ¡pero qué bueno era!
La frase Nadie es profeta en su tierra proviene, como muchas otras, de la vida de Jesús, reflejada en los Evangelios, y relata obviamente la poca consideración que tuvieron con él sus paisanos. Concretamente se refiere a la entrada de Jesús en Nazaret, donde al predicar la doctrina, los habitantes de la ciudad decían que de dónde venía tal sabiduría y tales milagros, siendo hijo del carpintero. Entonces se supone que Jesús dijo que "solo en su tierra y en su casa desprecian a un profeta" (Mt. 13, 57), "a ningún profeta lo aceptan en su tierra" (Lc. 4, 24). En Juan se dice también: "Jesús mismo había asegurado que a un profeta no lo estiman en su tierra" (Jn. 4, 44).
Claro que, hablando de profetas, estos se dedican a predicar, y también dicen en mi casa, no sin ironía, No es lo mismo predicar que dar ejemplo, y también Una cosa es predicar, y otra dar trigo, versiones todas sinónimas del refrán, quizá más conocido, Obras son amores, y no buenas razones. Las tres nos indican que las palabras deben apoyarse en los hechos, y que el ejemplo es la mejor prueba de nuestras afirmaciones. De hecho, hay muchas frases conocidas respecto a esto, sobre todo cuando más que palabras de amor, queremos demostraciones del mismo. Y lo resume muy bien una frase bien conocida y que me encanta: No me quieras tanto, y quiéreme mejor.
Fuentes
García Remiro, José Luis (2001). ¿Qué queremos decir cuando decimos...? Frases y dichos del lenguaje diario. Madrid: Alianza.
Existen dos locuciones y una palabra que suenan igual: así mismo, asimismo y a sí mismo. Veamos hoy la diferencia entre las tres formas:
Asimismo
es un adverbio
de afirmación que equivale a 'también': La
entrega de premios congregó a grandes directores, y vinieron
asimismo
los principales actores del país. Es
posible escribirlo en dos palabras (así
mismo),
pero hoy en día la RAE no lo recomienda.
Así mismo puede
resultar también de la unión de los adverbios así
y mismo,
significando 'de la misma forma, de la misma manera'. En este caso
funcionará como complemento
circunstancial de modo
y siempre se escribirá en dos palabras, aunque mismo
no es más que un refuerzo, un énfasis, y puede suprimirse: Usted
hace las cosas mal y sin ningún cuidado, y se lo digo así
(mismo).
La
secuencia a
sí mismo
está formada por la preposición a, el
pronombre reflexivo sí y el adjetivo mismo,
se escribe siempre en tres palabras y se corresponde con 'a él
mismo': Se gustaba mucho a sí mismo.
Es relativamente fácil diferenciarlo de los anteriores porque no
tiene valor adverbial, sino que funcionará siempre como complemento
directo o indirecto.