miércoles, 26 de octubre de 2011

El "porqué" del "si no"

Hoy toca trabajar un tema de ortografía práctica que suele costar bastante, que son las formas casi homófonas porque, por que, porqué, por qué, sino y si no. Cada una de estas formas tiene un uso determinado que conviene analizar:
  • Por qué es la combinación de una preposición y un pronombre o un adjetivo interrogativo o exclamativo, por lo que lo utilizamos en las preguntas directas o indirectas: "¿Por qué no estudias más?", "Le pregunté por qué no estudiaba más".
  • Porque es una conjunción causal, por lo que es la opción ideal de las respuestas a las preguntas: "¿Por qué no estudias más? Porque no tengo tiempo". También aparece en las oraciones causales, donde puede ser sustituido por ya que o puesto que: "No te lo dije porque me daba vergüenza".
  • Porqué es un sustantivo, por lo que admite determinantes e, incluso, la formación de un plural: "El porqué de las cosas", "No entiendo tus porqués".
  • Por que es el menos habitual. Está formado por una preposición por seguida del relativo que; el truco está en que podemos intercalar un artículo entre ambos: "¿Sabes la causa por (la) que has suspendido?". También puede aparecer, en ocasiones, con un valor final frecuente en la lengua oral: "Lo hice por que (= para que) lo consiguieras".
  • Si no está formado por una conjuncion subordinante condicional, si, y un adverbio de negación, no: "Si no lo consigues, tendrás problemas". Es fácil ver que va separado, porque si la oración es afirmativa, si va solo: "Si lo consigues, no tendrás problemas".
  • Sino es una conjunción coordinante adversativa: "No haremos ese ejercicio, sino el siguiente"; suele ir tras una coma. Como sustantivo, significa 'destino': "Suspeder matemáticas es mi sino".

No es difícil, pero hay que acostumbrarse. ¡Suerte, y a por todas!

lunes, 24 de octubre de 2011

Hacer un brindis al sol

Para los que han tenido clase conmigo en estos dos últimos años, esta frase resultará conocida. Sin embargo, me he dado cuenta de que no está en este blog... ¡y eso no lo puedo permitir!

La expresión "hacer un brindis al sol" implica una declaración de intenciones, una promesa que en realidad no compromete a nada, porque es imposible demostrar que se ha incumplido. Es muy típico en política, pues se dice: "vamos a impulsar el empleo" o "se reforzarán las políticas culturales"... ¿y cómo se comprueba que no ha sido así? Por eso se utiliza para promesas o compromisos que no quedan en nada: "El protocolo de Kioto, un brindis al sol", podemos leer en la prensa.


Los brindis, en realidad, son una formulación de buenos deseos que suelen darse al final de los banquetes y celebraciones, levantando la copa de vino o licor, pues con agua da mala suerte. También los toreros brindan el toro al público o a alguna persona en especial. De una de estas dos costumbres ha de venir la expresión.


Referencias: García Remiro, José Luis (2001). ¿Qué queremos decir cuando decimos...? Frases y dichos del lenguaje diario. Madrid: Alianza.

miércoles, 12 de octubre de 2011

En olor de multitudes

El otro día se hablaba en clase de la hipercorrección, y puse como ejemplo una locución que conviene conocer: en olor de multitudes, cuyo significado es 'con el aplauso popular, general'. Así decimos, por ejemplo, que "el Barça celebró la copa por las calles de Barcelona en olor de multitudes". 

Muerte de Santa Teresa, anónimo del s. XVIII.
Se dice que Santa Teresa murió
"en olor de santidad", por lo que olía a flores.
Puse este ejemplo ya que algunos han pensado que ese olor es una tergiversación de loor, que significa 'alabanza, aplauso', ya que no parece que el olor de una multitud (que no suele ser precisamente estupendo) pueda dar a entender el amor popular. Loor es una palabra no ya culta, sino cultérrima, y estos hablantes, en su afán por la pureza del idioma, hipercorrigen una locución perfectamente correcta.

Esto es así porque, en primer lugar, *en loor de multitudes no está documentada en ningún texto clásico, mientras que sí que encontramos la expresión sobre la que se calcó esta: "en olor de santidad". Así se decía que morían las personas que habían llevado una vida virtuosa y, de hecho, muchas fueron hechas santas, como Santa Teresa de Jesús, de la que se decía que, días después de muerta, su cuerpo olía a flores.

Temas de fe aparte, olor significaba también, según el Diccionario de Autoridades (1726-1739), la fama, la opinión o la reputación de ciertas cosas. Por eso un asunto nos huele mal, es decir, nos produce una mala opinión o tiene mala reputación. 

Sea como sea, en olor de multitudes es una expresión correcta, aunque a veces es utilizada por la prensa con demasiada frecuencia. 


Referencias: García Remiro, José Luis (2001). ¿Qué queremos decir cuando decimos...? Frases y dichos del lenguaje diario. Madrid: Alianza.