jueves, 31 de marzo de 2011

La Magdalena (bis)

Simplemente quería añadir este vídeo musical que acabo de recordar, corrigiendo el ejercicio sobre "llorar como una Magdalena. En él aparece la famosa frase, a ver si os gusta:


La misa

¡No sabes de la misa la media! Así decimos cuando alguien tiene poca idea de un asunto o está mal informado. Y también decimos: esto va a misa, cuando algo resulta indiscutible y no puede ser contestado. 

Ambas expresiones provienen de la importancia que la misa ha tenido siempre en la vida de los españoles. La primera expresión seguramente proviene de que, hasta no hace mucho tiempo, existía una carrera eclesiástica abreviada para lo que no quisieran más que ser curas de aldea, también llamados "bonetes de pueblo" o "curas de misa y olla", que solo sabían decir misa e ir a comer. Eso pudo hacer que la gente sencilla pensara que estos curas eran tan sencillos que no se aprendían ni siquiera bien toda la misa, y por eso no sabía de la misa la media. De ahí se habría extendido a todo el que no supiera bien una cosa. 

Hay que tener en cuenta que la misa era en latín, lengua que no se comprendía, y los parroquianos se sabían de memoria las palabras, y no el significado. A algunos curas les pasaba lo mismo, y como cada misa, según el día, puede ser distinta, había curas que solo se sabían una, como el famoso fraile simple de los Milagros de Nuestra Señora, de Gonzalo de Berceo, que solo sabía la de Santa María, y por eso ella lo salvó de la furia del obispo. Aquí pongo el principio, en perfecta cuaderna vía, un poco adaptado:

Era un simple clérigo pobre de clerecía,
decía siempre misa de la Santa María,
no sabe decir otra, la dice cada día,
más la sabía por uso que por sabiduría.

Fue este sacerdote al Obispo acusado
que era idiota, mal clérigo probado;
Salve Sancta Parens sólo tenía usado,
no sabía otra misa el torpe embargado.

Por su parte, que se diga que algo va a misa proviene de la costumbre antigua de llevar a misa como ofrendas parte de los frutos del campo, de los productos de la huerta, de los dulces del horno... Estas ofrendas se seleccionaban entre las cosas mejores, unas veces por devoción y otras por obligación, puesto que estaba muy mal visto, entre vecinos, llevar las peores cosas. En algunos pueblos, como el de mi abuela, aún se hace: un día al año se adornan cestas con espigas, lazos y flores y se llevan llenos de roscos de anís (buenísimos), que el cura bendice. Aunque, en este caso, las cestas y los roscos vuelven a casa... ¡y nos ponemos las botas!

Referencias: 

  • Berceo, Gonzalo de (1255?). Milagros de Nuestra Señora. Alicante: Biblioteca Virtual Cervantes, 2000.
  • García Remiro, José Luis (2001). ¿Qué queremos decir cuando decimos...? Frases y dichos del lenguaje diario. Madrid: Alianza.

lunes, 28 de marzo de 2011

Algunos cambios verbales


¡Buenas tardes! Hoy vamos a comentar algunos cambios que se han producido en la conjugación o acentuación de ciertos verbos. No es que sean cosas complicadas o difíciles, pero conviene conocerlos. Además... ¡de vez en cuando tienen que tocar algo más ligero!

En primer lugar, las últimas reformas de la RAE han establecido dos paradigmas diferentes para los verbos que acaban en -cuar, como adecuar, licuar, evacuar o evacuar: son correctas tanto la pronunciación y escritura con diptongo, que es la tradicional (adecuo, licuo...); como las formas con hiato, que se encuentran ya muy extendidas (licúo, evacúo...). Cabe decir que eso no afecta a los verbos acabados en -guar (averiguar, atestiguar...), que solo admiten el diptongo (averiguo, atestiguo...).

Seguidamente, y para acabar, hablaremos de los verbos agredir, transgredir, abolir, compungir y desabrir. ¿Qué tienen en común tan exóticos verbos? Pues que han pasado de ser defectivos, es decir, que solo se conjugaban en 3ª persona del singular y del plural, a ser regulares, por lo que ya es correcto decir yo agredo, tú transgredes, nosotros aboliremos, etc. Lo curioso es que se haya aceptado ahora, cuando el verbo agredir, por ejemplo, se usa coloquialmente como regular desde mucho antes.

Referencias: Gómez Tórrego, Leonardo (2010). La normativa académica actual: cambios destacados. Ediciones SM.

domingo, 27 de marzo de 2011

Sobre manzanas famosas

El tema de hoy son las manzanas. Y sí, has leído bien: las manzanas. Y es que esta fruta de colores vivos ha traído cola a lo largo de la historia, y el castellano lo ha reflejado de maneras diversas. Ha habido tres manzanas famosas a lo largo de la historia, y vamos a investigarlas.

La primera es la del Paraíso, que condenó al ser humano a pasar calamidades. Dios había creado al primer hombre, Adán, a su imagen y semejanza, y lo hizo amo del Paraíso, pero le puso una condición: no comer del fruto del árbol del bien y del mal. Después Dios pensó que no era bueno que el hombre estuviera solo (claro, se habría dado al onanismo) y creó a Eva, la primera mujer. Y fue a ella, a la mujer, a la que la serpiente tentó:

Empero la serpiente era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho; la cual dijo á la mujer: "¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?". Y la mujer respondió a la serpiente: "Del fruto de los árboles del huerto comemos; mas del fruto del árbol que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él, ni le tocaréis, porque no muráis". Entonces la serpiente dijo a la mujer: "No moriréis; mas sabe Dios que el día que comiereis de él, serán abiertos vuestros ojos, y seréis como dioses sabiendo el bien y el mal". Y vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos, y árbol codiciable para alcanzar la sabiduría; y tomó de su fruto, y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como ella (Gén. 3, 1-6).

En ese momento, Adán y Eva se dieron cuenta de que estaban desnudos y se cubrieron, Dios los encontró y, después de echarse las culpas unos a otros, el Señor maldijo a la serpiente a ser un animal maldito; al hombre, a trabajar con sudores la dura tierra; y a la mujer, a parir con dolor y estar sometida al varón. Luego los expulsó del Paraíso.

Este mito cristiano ha tenido enormes repercusiones históricas. Ahora, cuándo la imagen popular y artística consideró que era una manzana ese "fruto del árbol del bien y del mal", no se sabe con seguridad, pero se ha usado hasta la saciedad en pintura, cine, etc. En cualquier caso, ha quedado en la lengua con la expresión es fruta prohibida, que decimos cuando no está permitido hacer o tomar algo, por ejemplo, la pareja de un amigo o amiga. Otra curiosidad es que a la nuez del hombre, más desarrollada que la de la mujer, se le llama "nuez o manzana de Adán", y se supone que es el hueso del famoso fruto, atragantado en la garganta masculina. Aquí os dejo también la famosa entrada de la serie "Mujeres desesperadas", que también emplea este motivo:


La segunda manzana famosa, esta vez de oro, es la que Eris o Eride, diosa de la discordia (Discordia para los romanos), lanzó en mitad de las bodas de Tetis y Peleo, a las cuales no había sido invitada. En ella ponía "para la más bella" (καλλίστῃ, kallisti), por lo que tres diosas se disputaron de inmediato el premio: Hera, la reina de los dioses, protectora del matrimonio; Atenea, diosa virgen de la sabiduría y la estrategia guerrera; y Afrodita, diosa del amor y la belleza. Zeus decidió entonces que Paris, también llamado Alejandro, hijo del rey de Troya y el más bello de los mortales, decidiera la cuestión en el famoso "Juicio de Paris".


Sin embargo, las tres diosas intentaron sobornarlo: Hera le ofreció ser rey de toda Asia; Atenea, ser invulnerable en las batallas; y Afrodita, el amor de Helena, la mortal más bella. Paris eligió a Helena y con ello provocó la guerra de Troya, puesto que Helena estaba casada con un príncipe aqueo, Menelao. Además, los dioses tomaron partido por griegos o por troyanos, y, sobre todo, las diosas despreciadas. Así lo cuenta Homero (los paréntesis aclaratorios son míos):

A todos les placía tal propósito, menos a Hera, a Poseidón y a la virgen de los brillantes ojos (Atenea), que odiaban como antes a la sagrada Ilión (Troya), [al rey] Príamo y a su pueblo por la injuria que Alejandro infiriera a las diosas cuando fueron a su cabaña y declaró vencedora a [Afrodita,] la que le había ofrecido funesta liviandad (el amor de Helena) (Iliada, XXIV).

Es por este famoso episodio que decimos que un objeto o acontecimiento es la manzana de la discordia cuando sabemos que provocará conflictos o enfrentamientos. Y no es de extrañar: una sola manzana produjo la mayor guerra de la Antigüedad. Como curiosidad, en Barcelona existe una "manzana de la discordia" en el Paseo de Gracia, que aúna tres edificios modernistas que compiten en belleza: la Casa Batlló, de Gaudí; la Casa Lleó Morera, de Domènech i Montaner; y la Casa Amatller, de Puig y Cadafalch.

Por último, y ya sin frase hecha en la lengua, tenemos la manzana de Newton, que dicen que inspiró, al caer del árbol, que el famoso científico descubriera la ley de la gravitación universal. En este caso, parece ser que la manzana fue de nuevo una invención, ahora pedagógica, por parte de Voltaire, que quería explicar de manera sencilla los hallazgos del físico inglés.

A estas tres manzanas podríamos añadir una cuarta, a pesar de que siempre se habla de tres: la manzana envenenada que comió Blancanieves, y que seguramente
es una manzana precisamente por la carga negativa de esta fruta, que, excepto con Newton, siempre ha estado cargada de desgracias. De aquí creo yo que viene la expresión regalo envenenado, que se ha extendido en los últimos años para definir obsequios o gestos en principio buenos o deseosos, pero que se acaban volviendo contra el que lo recibe. Sería parecida a la expresión un arma de doble filo, con la añaduría de que además es un presente.

Referencias:
  • García Remiro, José Luis (2001). ¿Qué queremos decir cuando decimos...? Frases y dichos del lenguaje diario. Madrid: Alianza.
  • "Génesis", en La Biblia (versión Valera, 1975).
  • Homero. Iliada. Traducción de Luis Segalá y Estalella, 1910.

sábado, 26 de marzo de 2011

Adverbios y posesivos


Hoy vamos a tratar un tema sintáctico sencillo, pero útil para escribir con mayor corrección. Se trata de la combinación de adverbios locativos ('de lugar') y complementos.

Estos adverbios (delante, detrás, encima, debajo, cerca, lejos, enfrente...) pueden ir acompañados de complementos precedidos por preposición: encima de ti, lejos de mí... Sin embargo, no es correcto, aunque sí muy habitual en la lengua hablada, combinarlos con posesivos: *detrás suyo, *cerca vuestro... La construcción con femenino, típica en el sur de la Península, está aún menos prestigiada: *atrás mía, *enfrente suya... ¡Cuidado! El único adverbio locativo que permite estas construcciones es alrededor: podemos decir alrededor suyo/a su alrededor/alrededor de mí.

Ahora bien, no hay que confundir los adverbios locativos con construcciones de valor adverbial (esto es, circunstancial) formadas por un sustantivo, en las que el posesivo es correcto, puesto que también sería correcto el posesivo antepuesto. Algunos ejemplos son:
  • Al lado mío = a mi lado, al lado de mí
  • De parte tuya = de tu parte, de parte de ti
  • A pesar nuestro = a nuestro pesar, a pesar de nosotros
  • En contra suya = en su contra, en contra de él/ella/ellos/ellas
Referencias: Gómez Torrego, Leonardo (2010). La normativa académica actual: cambios destacados. SM.

domingo, 20 de marzo de 2011

¡Cuántas manos!

Esta entrada está dedicada a la mano, puesto que ¡hay muchas frases hechas y expresiones donde la mano toma parte! La mayoría son bastante conocidas, pero vamos a ir repasándolas.

En primer lugar, tenemos aquella de yo (, como Pilatos,) me lavo las manos, que decimos cuando queremos desentendernos de las responsabilidades, o cuando no estamos de acuerdo y con una decisión que hemos de aplicar, pero que han tomado otros. Esta frase viene de la Biblia: Poncio Pilatos se lavó las manos cuando condenó a muerte a Jesús por petición de la muchedumbre, simbolizando así su inocencia. Dice el Evangelio de San Mateo:
"Al ver Pilatos que todo era inútil y que, al contrario, se estaba formando un tumulto, pidió agua y se lavó las manos de cara a la gente, diciendo: Soy inocente de esta sangre. ¡Allá vosotros!" (Mt. 27, 24-25).
De hecho, lavarse las manos como símbolo de purificación e inocencia era ya entonces una costumbre antigua, y de este modo decimos que alguien tiene las manos manchadas de sangre cuando ha cometido asesinato o ha ordenado matar a alguien. Así se atestigua, por ejemplo, en la célebre Lady Macbeth de la obra Macbeth, de Shakespeare, que, presa de los remordimientos por haber concebido el asesinato de Lord Duncan, no puede dejar de hacer como que se lava las manos: ella, en su locura, las ve llenas de sangre.

(Entra Lady Macbeth, sonámbula, y con una luz en la mano)

Aquí está, como suele, y dormida del todo. Acércate y repara.

EL MÉDICO. - ¿Dónde tomó esa luz?

LA DAMA. - La tiene siempre junto a su lecho. Así lo ha mandado.

EL MÉDICO. - Tiene los ojos abiertos.

LA DAMA. - Pero no ve.

EL MÉDICO. - Mira cómo se retuerce las manos.

LA DAMA. - Es su ademán más frecuente. Hace como quien se las lava.

LADY MACBETH. - Todavía están manchadas.

EL MÉDICO. - Oiré cuanto hable, y no lo borraré de la memoria.

LADY MACBETH. - ¡Lejos de mí esta horrible mancha!... Ya es la una... Las dos... Ya es hora... Qué triste está el infierno... ¡Vergüenza para ti, marido mío!... ¡Guerrero y cobarde!... ¿Y qué importa que se sepa, si nadie puede juzgarnos?... ¿Pero cómo tenía aquel viejo tanta sangre?

EL MÉDICO. - ¿Oyes?

LADY MACBETH. - ¿Dónde está la mujer del señor Fife?... ¿Pero por qué no se lavan nunca mis manos?... Calma, señor, calma... ¡Qué dañosos son esos arrebatos! (Escena I, Acto V).

En este sentido de culpabilidad e inocencia, también buscamos una mano inocente cuando tenemos que hacer un sorteo o un escrutinio de votos, pues esa mano simboliza la ecuanimidad e imparcialidad del proceso.


Pero la cosa no acaba ahí: cuando estamos seguros de la integridad de una persona y confiamos en ella plenamente, decimos que estamos dispuestos a poner las manos en el fuego por esa persona. La frase tiene su origen en las pruebas de fuego medievales, que se usaban para, en teoría, establecer la verdad. En estos llamados Juicios de Dios se creía que, si Dios estaba con el acusado y este era inocente, el Señor no dejaría que se quemara. Era la misa idea que había en las quemas de brujas: si la mujer no era bruja, Dios la salvaría. Sobra decir que todos fueron culpables y brujas según estos juicios. Sin embargo, la frase ha quedado como muestra de lealtad a otra persona: de hecho, a veces reforzamos la frase añadiendo y no me quemo.


Cambiando de tema, tenemos también el refrán no muerdas la mano que te da de comer, que se utiliza para indicar que no debemos rebelarnos contra los que nos suministran el sustento: padres, jefes... Es una frase que nos advierte de que es necesaria la prudencia si queremos quejarnos de quien nos mantiene. Otra expresión importante es ser mano de santo, que se dice cuando algo, muchas veces una medicina o solución, arregla de manera fácil y rápida un problema.


Por último, citaré una frase que tiene historia: manos blancas no ofenden. Es el título de una obra de Calderón: Las manos blancas no ofenden (1640), que pudimos ver hace un par de años en Barcelona. La frase proviene del código galante en torno al duelo, que viene a decir que las manos de mujer (blancas) no han de doler, aún si nos dan una bofetada, puesto que pertenecen a una dama. Fue usada en un célebre episodio histórico.


Estando moribundo y acosado por varios poderosos, entre ellos, su ministro, Calomarde, Fernando VII anuló con un documento la Pragmática sanción que las Cortes habían publicado, por la cual se abolía la Ley Sálica que hubiera impedido reinar a su hija Isabel (la futura Isabel II). De esta forma, reinaría el infante Don Carlos. El rey entro en letargo y, al creer que había muerto, se divulgó el documento el día 18 de septiembre; sin embargo, se recuperó, y el día 22 la infanta Luisa Carlota, hermana de la reina, entró en la Granja y, sin miramientos, abofeteó al ministro Calomarde y rompió en pedazos el original del decreto que impedía reinar a su sobrina Isabel. Calomarde respondió entonces: "Señora, manos blancas no ofenden", y puso pies en polvorosa, huyendo a Francia. Nos lo cuenta Benito Pérez Galdós en su novela Los Apostólicos (1879), de los Episodios Nacionales.


Referencias: García Remiro, José Luis (2001). ¿Qué queremos decir cuando decimos...? Frases y dichos del lenguaje diario. Madrid: Alianza.

sábado, 19 de marzo de 2011

Dicen por ahí... (III)


Aquí dejo otra tanda de "archisílabos" geniales, expuestas por un gran conocedor del idioma. Creo que es bastante interesante y que nos hace reflexionar sobre el idioma. Esta es una segunda parte del artículo que deje anteriormente.

Arrecian los archisílabos

AURELIO ARTETA 10/08/2005

Pronto hará diez años que me dio por reunir aquí mismo un amplio elenco de palabras circulantes entre nosotros que tenían en común su notoria y a menudo artificial largura (La moda del archisílabo, 21 de septiembre de 1995). Ya es que fueran preferidas a otras palabras presentes de igual significado, pero más breves, o creadas ex profeso a fuerza de estirar aquéllas, en todos los casos revelaban un gusto general por el alargamiento silábico. Todo suena como si nos empináramos sobre esos hinchados vocablos para ganar estatura, como si la pobreza de conceptos se compensara mediante la exuberancia en los términos. A fin de probarlo, y como el catálogo de archisílabos sigue abierto y creciendo, aquí va esta nueva remesa por si les aprovecha.

Y puestos a empezar por algún sitio, díganme por qué señalización en lugar de 'señal', y contrastación en vez de 'contraste', y connotación cuando sólo queremos decir 'matiz' o quizá 'sentido'. ¿Será que una vinculación resulta más fuerte que un 'vínculo' y una argumentación más convincente que un 'argumento'? Pregúntense si el horrísono concretización dice algo distinto de 'concreción' o 'plasmación', o la concertación entre las partes vale más que su 'concierto'; si una ejemplificación expresa otra cosa que un 'ejemplo' o si por un casual la apreciación o la valoración que ofrecemos van más allá del 'juicio' normal y corriente. A lo mejor no se han fijado, pero hace algún tiempo que la documentación ha suplantado a los 'documentos', un trueque parecido al que se produce cuando se nos pide la numeración -que no el 'número' o la 'cifra'- de ese mismo documento. Y, a fin de hacernos notar, dejamos la 'condición' a un lado para aludir a los condicionantes y hasta al condicionamiento.

Que alguien nos explique dónde radica la distinción entre deficiencia y 'defecto', continuado y 'continuo', industrializado e 'industrial', equipamiento y 'equipo'..., salvo en que los primeros términos abultan más que los segundos. Otrotanto pasa cuando se recurre al intercambio, y no ya al mero 'cambio' de impresiones, o al estar operativo, que toda la vida de Dios decíamos 'activo'. Sobra añadir que simplezas como 'antes' y 'después' sólo las usan quienes no se han rendido al anteriormente y posteriormente (o al con anterioridad y con posterioridad). Los más finos se lamentan con un desafortunadamente antes que con el más escueto 'desgraciadamente'. Los vehículos parecen 'chocar', cuando en realidad colisionan, lo mismo que ciertos dramas no nos 'conmueven' sino que nos conmocionan. El hombre común, al que su médico ya no le ordena un 'análisis' sino una analítica, se queda más pasmado ante una sintomatología que ante los meros 'síntomas' y se sirve de las nuevas tecnologías, pero nunca de las nuevas 'técnicas'. Es el mismo mecanismo que nos inclina al confusionismo frente a 'confusión', al secretismo por el 'secreto' y que nos pide llamar aislacionismo al 'aislamiento'. ¿Por qué razón? Sencillamente porque, siendo voces más ampulosas, aparecen dotadas de mayor empaque.

Se diría también que algún arrebato teórico nos está empujando al cultivo de la abstracción y a penetrar en las últimas propiedades del mundo y de la vida. Basta que escuchemos cómo la 'confidencia' deja paso a la confidencialidad y el simple 'crimen' a la criminalidad, lo mismo que por lo general ya no hay 'culpa' y sí culpabilidad (y culpabilizar ha desbancado al viejo 'culpar'), ni tampoco 'conflicto' porque al parecer predomina la conflictividad. Y a la hora de ponderar las 'múltiples' ventajas de un acuerdo, ¿acaso no mentamos la multiplicidad de esas ventajas?; y la 'mayoría' ¿no ha venido a ser la generalidad de la gente? Nadie pregunta por nuestra 'disposición' hacia tal o cual empeño, sino por nuestra disponibilidad hacia él. El ciudadano actual no se atiene a la 'ley', sino a la legalidad vigente.

Item más. En la inmobiliaria nos ofrecen su tipología de viviendas, que es cosa más sonora que los 'tipos', de modo semejante a como la modalidad se ha tragado al 'modo', junto con la 'versión' y la 'clase'. No buscamos mejorar el 'acceso' a un lugar, sino su accesibilidad; ni asegurar la 'duración' de un estado de cosas, nada de eso, sino su durabilidad; ni nos importa tanto el 'sostenimiento' de una institución como su sostenibilidad. Todo el mundo sabe que Navarra forma una comunidad política diferenciada, no sólo 'diferente', y que su primer cometido es preservar su especificidad (o sea, su 'carácter') foral. El nacionalista vasco no reivindica un 'territorio', sino una territorialidad, ya ven. Claro que somos 'individuos', pero al formar parte de ciertos grupos nos transformarnos -sin comerlo ni beberlo- en individualidades. ¿Qué es preciso guardar, la mera 'proporción' o la proporcionalidad?; ¿qué tememos perder, el 'honor' o más bien la honorabilidad?

Pongamos el oído a ver si detectamos algunos hallazgos del vocabulario técnico y comercial que todo lo infecta. Ahí tienen esos encantadores optimizar y optimización, que nos hacen prescindir de cualquier 'mejorar' y de toda 'mejora'. Resulta mucho más elegante incentivar que 'apoyar' o 'impulsar' a secas, así como ahora toca visionar lo que antes nos limitábamos a 'ver' o 'mirar' y visualizar lo que entonces íbamos a 'contemplar'. Pero también acudíamos a 'tiendas', a 'puestos' o a 'comercios', mientras que hoy día (perdón: a día de hoy) entramos y salimos de establecimientos de todas clases. Y me admitirán que personas y cosas ya no se 'cuentan', sino que se contabilizan; ni casi nada se 'planea', sino que se planifica; ni nadie resulta 'movido' a hacer algo, sino motivado. Donde esté el incrementar que se quite el 'aumentar' y dígase ralentizar para adorno del 'frenar', que queda más tosco. Una vez asegurada la esponsorización o financiación de un evento cualquiera, a ver qué hacemos con su 'respaldo' o 'patrocinio'. Vamos a fidelizar a la clientela y, desde luego, a implementar cuanto haga falta, aunque no sepamos a ciencia cierta qué decimos con tan novísimo palabro. ¿Que nos sale a cuenta el 'traslado' de nuestra empresa a países más baratos?; pues decidimos su deslocalización, y a otra cosa. Los tiempos no requieren personas 'capaces', sino capacitadas: y es que vivimos en un mundo globalizado, que no 'global' ni mucho menos cohesionado (léase 'unido' o 'concorde').

Pero si su pauta de galanura lingüística la dicta el habla del político, tiene usted donde escoger archisílabos, ya lo creo. No le faltarán ni el portavoz parlamentario notable por sus ocurrencias verbales, ni el periodista obediente que las recoja ni el público dispuesto a apropiárselas como si fueran palabra de Dios. Una por una, comience por mentalizarse para la tarea

que emprenda, no se limite a 'prepararse' o 'disponerse'. Tenga siempre en su boca referentes, nunca 'modelos', déjese del 'contexto' para situarse en un escenario y, en lugar de 'procesos', ponga en marcha alguna dinámica que otra. Pudiendo hacer un llamamiento, no se conforme con una 'llamada'. La vida humana, más que 'combate', es confrontación permanente. De modo que habrá de esmerarse en descalificar al contrario, no en 'despreciar' o 'insultar' a tal sujeto; a desvalorizar al de enfrente, sin llegar al punto de 'devaluarle'. Como se vea obligado a 'anular' o 'suspender' la convocatoria de un acto, debe desconvocarlo. Procure no dejarse marginalizar por sus jefes ni ser objeto de una turbia marginalización, que eso es más grave que su 'marginación'. Y líbrese de instrumentalizar a nadie, no sea que le acusen de 'manejarle' a su antojo.

Es de temer, ay, que la cofradía académica a la que pertenezco no salga mucho mejor parada en este festival de inflaciones verbales. Resulta conocido nuestro afán por revisitar lo que se quiere tan sólo 'revisar', enfatizar lo que bastaría con 'subrayar' y clarificar eso que tratamos de 'aclarar'. En cuanto se alude a alguna forma de 'crear', habrá de pronunciarse el generar, un comodín tan sobado como aquel articular que designa el sinfín de operaciones intelectuales que van desde el 'urdir' al 'ordenar' y 'componer'. Lejos de contentarnos con 'mostrar' o 'revelar', nos complace evidenciar y hasta patentizar. Siempre será más filosófico un imposibilitar que el modesto 'impedir', dónde va a parar, y más moderno la presuposición que el 'presupuesto'. ¿Por qué servirse de un planteamiento 'propio' o 'particular' teniendo a mano el enfoque específico, que para mayor suerte es esdrújulo?

Dejemos a Chesterton interpretar este fenómeno que ya denunció cien años atrás: "Las palabras largas nos pasan zumbando como los trenes largos. Sabemos que llevan cientos de demasiado cansados o demasiado indolentes para caminar y pensar por sí mismos. Las palabras largas no son las palabras difíciles; difíciles son las palabras cortas". Así se explican los archisílabos, "esas cómodas palabras largas que libran a la gente de la fatiga de razonar...".

viernes, 18 de marzo de 2011

Cambios acentuales recientes y otras curiosidades


¡Hola! Esta vez vamos a trabajar una cosa más relajadita y anecdótica: algunos cambios acentuales que se han introducido recientemente, así como curiosidades respecto a la acentuación de ciertas palabras. Es fácil, pero no por ello menos interesante... ¡Qué cosas tan graciosas le pasan a nuestra lengua!

En primer lugar, trataremos las palabras de acentuación distinta en España e Hispanoamérica, cosa que nos viene muy bien, porque pronto trataremos las peculiaridades americanas. Estos casos son sencillos: hay palabras que se pronuncian de manera diferente a un lado y otro del Atlántico, por lo que la Academia ha aceptado dos pronunciaciones y escrituras. Eso sí, lo ideal es usarlo según lo pronuncie el hablante, no ir alternando ambas. Así, tenemos:
  • vídeo/video
  • cóctel/coctel
  • chófer/chofer
  • fútbol/futbol
  • béisbol/beisbol
  • bumerán/búmeran
  • voleibol/vóleibol
Y las palabras acabadas en -sfera, que en América se pronuncia esdrújulas: estratosfera/estratósfera, biosfera/biósfera...

Por otra parte, existían ciertas palabras que todo el mundo pronunciaba de una manera, pero que la Academia decía que se habían de pronunciar y acentuar de otra. Ahora, la mayoría pueden utilizarse aún de ambas maneras. Pongo primero la preferida, y después la que antes se prefería y su porqué, si lo hay:
  • élite/elite, porque es un galicismo, y etimológicamente es llana;
  • rubeola/rubéola, porque en latín era esdrújula;
  • cenit/cénit, a pesar de que todo el mundo dice la segunda, la RAE prefiere la versión latina aguda;
  • tángana/tangana, que significa 'alboroto, escándalo', y yo que la empleo uso la segunda, pero la RAE prefiere la esdrújula;
  • alérgeno/*alergeno; antes se prefería la segunda, pero hoy se considera incorrecta;
  • y acné/*acne, que ha sido la preferida, pero ahora es incorrecta.
Además, existen las palabra acabadas en -íaco/-iaco y en -plejia/-plejía, que están aceptadas en ambos casos, pero la RAE prefiere las formas con acento para el primer caso, y las sin acento, es decir, las que hacen diptongo, para el segundo. Así (primero la preferida):
  • amoníaco/amoniaco
  • maníaco/maniaco
  • tetraplejia/tetraplejía
  • hemiplejia/hemiplejía
Finalmente, la palabra periodo admite la variante preferida académicamente período, aunque si significa 'menstruación', solo se acepta la primera forma, sin acento. Existen otras palabras con dos pronunciaciones que no siguen una norma fija, pero la Academia prefiere una en lugar de otra. Son las siguientes, con la preferida en primer lugar:
  • aeróbic/aerobic
  • alvéolo/alveolo
  • áloe/aloe (¿quién dice "áloe"?)
  • Amazonia/Amozonía
  • areola/aréola
  • ayatolá/ayatola
  • icono/ícono
  • isobara/isóbara
  • karate/kárate
  • Kosovo/Kósovo
  • lítote/litote
  • olé/ole
  • balaustre/balaústre
  • bereber/beréber
  • bronquiolo/bronquíolo
  • búngalo/bungaló
  • cánnabis/cannabis (ya sabéis, los que ven dragones, los ven esdrújulos)
  • deixis/deíxis
  • dinamo/dínamo
  • frijol/fríjol
  • gladiolo/gladíolo
  • ibero/íbero
  • olimpiada/olimpíada
  • omóplato/omoplato
  • ósmosis/osmosis
  • pachulí/pachuli
  • píxel/pixel
  • pudin/pudín
  • Rumanía/Rumania
  • Sáhara/Sahara
  • termostato/termóstato
  • travesti/travestí
Pues eso es todo... ¡Hala, a acentuar bien!

miércoles, 16 de marzo de 2011

La Magdalena

Existen dos frases conocidas sobre este misterioso personaje: llora como una Magdalena, y no está la Magdalena para tafetanes. Ambas son bastante sencillas: la primera significa que se llora mucho, amargamente; la segunda, para decir que una persona no está de humor para aguantar bromas o tonterías, lo que coloquialmente también se dice no está el horno para bollos. Pero ¿de dónde viene esta "Magdalena" que llora y no tiene ganas de juerga? ¿Y qué son "tafetanes"?

María Magdalena es una de las mujeres más importantes en la tradición cristiana, y conforma el grupo de las famosas "tres Marías", muy empleado en representaciones pictóricas religiosas, que integra la Virgen María, María Magdalena, que fue la primera testigo de la Resurrección de Cristo; y una tercera María que varía según los Evangelios consultados. Es por eso que cuando se ve a tres mujeres o, en general, a un grupo de ellas, se dice a veces que son las tres Marías.

Ahora bien, esta María Magdalena, mujer muy próxima a Cristo en diversos evangelios (tanto, que en el famoso y sobrevalorado El código Da Vinci se presenta como la amante de Jesús) ha sido identificada en la tradición cristiana con la pecadora arrepentida a la que los judíos iban a apedrear por sus pecados, a pesar de que en ningún momento se nombra en los textos esta identificación:

Juan 8:3-11 (Reina-Valera 1960)

3 Entonces los escribas y los fariseos le trajeron una mujer sorprendida en adulterio; y poniéndola en medio, 4 le dijeron: "Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en el acto mismo de adulterio. 5 Y en la ley nos mandó Moisés apedrear a tales mujeres. Tú, pues, ¿qué dices?" 6 Mas esto decían tentándole, para poder acusarle. Pero Jesús, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo.7 Y como insistieran en preguntarle, se enderezó y les dijo: "El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella". 8 E inclinándose de nuevo hacia el suelo, siguió escribiendo en tierra. 9 Pero ellos, al oír esto, acusados por su conciencia, salían uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros; y quedó solo Jesús, y la mujer que estaba en medio. 10 Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: "Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó?" 11 Ella dijo: "Ninguno, Señor". Entonces Jesús le dijo: "Ni yo te condeno; vete, y no peques más".

Además, se la identificó con una prostituta, por lo que en las pinturas siempre aparece vestida de rojo (el color de la pasión y la pérdida de la virginidad) y con el cabello suelto y rizado (símbolo de la pasión y el sexo desatado). Así, tanto la tradición católica, como la popular y artística derivó que esta María Magdalena era una mujer que sufría y lloraba su pecado. En la imaginación popular el rasgo de llorona y sufridora permanece, de ahí decimos que alguien llora como una Magdalena cuando derrama abundantes lágrimas.

Los tafetanes, por su parte, son telas de seda delgada, que solían usar como adorno las mujeres en las fiestas. De hecho, algunas personas mayores todavía hablan de vestidos de tafetán en lugar de seda. Por ello, si la Magdalena está llora que llora, no debe de tener ganas de vestidos de fiesta, de regalos ni de nada. Así dice el dicho, cuando no estamos para bromas, que no está la Magdalena para tafetanes.

Referencias:

martes, 15 de marzo de 2011

De numerales y normas


Bien, ¡aquí vamos de nuevo con un tema entretenido! Vamos a tratar algunos temas normativos sobre el uso de los numerales, que parece mentira, pero se usan más de lo que pueda parecer. Y lo primero a tener en cuenta es que los escritos elegantes escriben los números con letras, aunque parezca un juego de palabras, a no ser que usemos fechas, cantidades o números demasiado grandes.

Hay que recordar, además, que existen numerales cardinales (uno, dos, cien, trescientos veintisiete...), ordinales (primero, segundo, trigésimo, centésimo...) y partitivos o fraccionarios; de estos, algunos coinciden con los ordinales (1/4, un cuarto; 1/100, un ciento...) y otros acaban en la terminación -avo (1/11, onceava parte). De todos estos, los más difíciles son los ordinales, puesto que la mayor parte de ellos resultan difíciles por ser irregulares. Sus nombres son:
  1. Primero/primer (si antecede al sustantivo)
  2. Segundo
  3. Tercero/tercer (si antecede al sustantivo)
  4. Cuarto
  5. Quinto
  6. Sexto
  7. Séptimo/sétimo
  8. Octavo
  9. Noveno/nono
  10. Décimo
  11. Undécimo/decimoprimero (ha sido aceptado en 2005)
  12. Duodécimo/decimosegundo (ha sido aceptado en 2005)
  13. Decimotercero/decimotercer (si antecede al sustantivo)
  14. Decimocuarto
  15. Decimoquinto
  16. Decimosexto
  17. Decimoséptimo
  18. Decimoctavo
  19. Decimonoveno/decimonono
  20. Vigésimo
A partir de aquí se añade "primero", "segundo", etc. Por ejemplo, "vigesimonovena" o "vigésima novena". Hasta el trigésimo (30º), todos estos compuestos pueden escribirse juntos o separados; a partir de aquí, siempre separados: trigésima cuarta. Téngase en cuenta que la acentuación cambia: "décimo sexto/decimosexto". Cuando van separados (todos a partir del 30º) ambas palabras deben concertar en género: "la octogésima tercera Convención de Literatura Española".

30. Trigésimo
40. Cuadragésimo
50. Quincuagésimo
60. Sexagésimo
70. Septuagésimo
80. Octogésimo
90. Nonagésimo
100. Centésimo
200. Ducentésimo
300. Tricentésimo
400. Cuadringentésimo
500. Quingentésimo
600. Sexcentésimo
700. Septingentésimo
800. Octingentésimo
900. Noningentésimo
1000. Milésimo
1000000. Millonésimo
Último. Postrero/postrer (ante sustantivo)

A partir de aquí, las combinaciones son lógicas y se escriben separadas, por ejemplo: "dos millonésimo". Como podéis ver, excepto "milésimo", "centésimo" y "postrero", los demás se usan muy poco. En su lugar, a partir del 20º, podemos utilizar un cardinal antepuesto al sustantivo: "el quincuagésimo aniversario/el cincuenta aniversario". Lo que no está permitido y es vulgar es usar los partitivos en su lugar: *doceavo aniversario. Sin embargo, y aunque no se aconseja, es lícito usar los ordinales por partitivos: "la doceava/duodécima parte de una tarta".

Por otra parte, conviene recordar que los primeros treinta números cardinales se escriben en una sola palabra, mientras que a partir de treinta, se escriben separados: "dieciséis, veintisiete, treinta y ocho".

Por último, hay que resaltar que en los porcentajes totales (100%) podemos decir "cien por cien", "ciento por ciento", "cien por ciento", de distinta distribución por los dialectos hispánicos; pero en los demás (21%, 34%, 234%...) debemos usar siempre "ciento", nunca *cien: veintiuno por ciento, treinta y cuatro por ciento, doscientos treinta y cuatro por ciento.

Referencias:

sábado, 12 de marzo de 2011

La parte del león

Ya sabemos por experiencia que los poderosos siempre se quedan la mejor parte de las cosas y, muchas veces, no solo lo que les corresponde, sino también lo que les toca a los demás. Cuando eso ocurre, decimos que esa persona o institución se ha llevado la parte del león, que no es más que la parte mayor o más sustanciosa de los beneficios.

La expresión proviene, como en muchas ocasiones, de una fábula, pero esta vez de Fedro (15-55 a. C.), el más antiguo de los fabulistas latinos, que en sus Fábulas esópicas presenta la siguiente historia:

Nunca es segura la alianza con un poderoso; esta fabulilla confirma mi tesis. Una vaca, una cabrita, y una mansa oveja fueron al bosque como socios de un león. Una vez que hubieron cobrado un ciervo corpulento, hechas las partes, el león habló de la siguiente manera: “Yo tomo la primera parte porque me llamo león; la segunda me la dais por respeto a que soy vuestro socio; en tales circunstancias, puesto que soy más fuerte que vosotros, me corresponde la tercera; mal lo ha de pasar si alguno se atreve a tocar la cuarta”. De ese modo sólo la maldad se llevó la pieza entera (Phédre. Fables. París, 1969, 3ª ed. Text. y trad. por A. Brenot).
Seguramente a esta fábula debemos también el adjetivo leonino (unas condiciones leoninas, un contrato leonino, etc.), que se aplica cuando las condiciones aplican solo a una de las partes.

Referencias:
  • García Remiro, José Luis (2001). ¿Qué queremos decir cuando decimos...? Frases y dichos del lenguaje diario. Madrid: Alianza.

lunes, 7 de marzo de 2011

El gerundio y sus cosas


Para acabar con la sucesión de formas no personales y sus características normativas, vamos a hablar del gerundio, seguramente una de las formas verbales más difíciles de usar correctamente.

El gerundio es un tiempo durativo, esto es, indica un proceso que ocurre en el tiempo. Como forma no personal no puede conformar una oración, pero sí puede formar parte de oraciones subordinadas adverbiales, las más comunes, las adverbiales. Según si tiene o no sujeto propio, distinguimos entre:

1. Gerundio concertado: el sujeto del gerundio es el sujeto de la oración principal o el complemento directo.
  • El niño [SUJ.] se marchó llorando [SUJ. 'el niño'] muchísimo - Subordinada Adverbial de Modo.
  • Vi a Enrique [CD] comprando [SUJ. 'Enrique'] en el supermercado - Sub. Adv. Modo.

EXPLICACIÓN/DUDA SINTÁCTICA ESPECIALIZADA: En estos casos, según diversas gramáticas, a veces se considera que el gerundio constituye una Subordinada Adjetiva, en cuanto parece clara la relación con el antecedente (en este caso, "Enrique": "Vi a Enrique, el cual compraba en el supermercado"). Sin embargo, en mi modesta opinión, se trata de una oración Subordinada Adverbial de Modo o, en otros casos, de Tiempo, ya que también podría sustituirse como "Vi a Enrique mientras compraba"; y, más importante aún, al pronominalizarla obtenemos "Lo vi comprando en el supermercado", dejando la oración independiente: si fuera adjetiva, se pronominalizaría con su nucleo: "Vi la peli que me dijiste" > "La vi *que me dijiste". Otra cosa es que, al ser su sujeto semántico el CD, sea notable la interrelación entre ambas oraciones: de hecho, en "Lo vi comprando" hay ambigüedad: ¿compro yo o compra Enrique?

Esta segunda posibilidad, con CD, solo puede darse con verbos de percepción (ver, observar, oír, escuchar, encontrar, notar...), de representación (representar, pintar, dibujar, mostrar, imaginar...) o con tener y dejar. En otros casos, la oración resulta extraña (e incorrecta, véase el primero de los casos incorrectos infra):
  • Observaba a los pájaros abriendo las semillas con el pico.
  • Pintó a una chica cantando en la ventana.
  • He dejado el asado haciéndose en el horno.
  • *Abrió la puerta chirriando.

Por otra parte, la oración no será correcta si el gerundio indica una acción permanente o muy lenta, puesto que debe ser un proceso ocasional o de poca duración en el tiempo:
  • He visto al niño cogiendo un caramelo del suelo (proceso ocasional y corto)
  • He visto al niño *creciendo (proceso muy largo) > He visto al niño crecer/muy crecido/etc.

Si la oración de gerundio antecede a su sujeto concertado, siempre irá entre comas: "Llorando muchísimo, el niño se marchó".

2. Gerundio absoluto o no concertado: el gerundio tiene su propio sujeto; son casos relativamente infrecuentes. Siempre configuran una Subordinada Adverbial.
  • Entrando la señora en la sala, los sirvientes corrieron a atenderla.
  • Estando todos bien, me doy por satisfecho.

Ahora bien, existen dos usos incorrectos del gerundio, de los que algo ya hemos citado, que deben evitarse. En primer lugar, debemos huir sea como sea del gerundio especificativo, un calco del francés que suena fatal pero, paradójicamente, cada vez se lee más en ciertas publicaciones. Consiste en utilizar el gerundio en lugar de que + verbo, esto es, en lugar de una Subordinada Adjetiva Especificativa:
  • Recibí una carta *conteniendo un anónimo > Recibí una carta que contenía un anónimo.
  • Las palabras *insultando a la profesora fueron retiradas > Las palabras que insultaban a la profesora fueron retiradas.

En segundo lugar, y mucho más difícil de evitar, encontramos los gerundios de posterioridad, esto es, el uso de oraciones de gerundio posteriores a la acción del verbo principal, puesto que el gerundio es durativo, no perfectivo (esto es, no indica que la acción esté acabada). En estos casos lo mejor es construir otra oración principal:
  • Estudié tres años en Málaga, *acabando/y acabé la carrera en Barcelona.
  • La policía encontró la bomba, *explotando/que explotó (esta) poco después.

Ahora bien, cuando la sucesión temporal es inmediata y muy directa, de manera que se ve como simultanea, podemos aceptar este tipo de gerundio, a medio camino entre la duración y la posterioridad:
  • "Salió de casa dando un portazo" > El portazo tuvo que ser posterior a que saliera, pero se concibe como continuo y como una manera de salir.
  • "La bala lo alcanzó matándolo en el acto" > Primero le alcanza la bala y después muere, pero la sucesión es tan directa e inmediata que puede admitirse.

Este es, de lejos, el uso incorrecto más extendido del gerundio, y con el que hay que tener más cautela. ¡Suerte!

Referencias:

NOTA: Esta es la última entrada que ha de tenerse en cuenta para el examen del lunes 14/3.


sábado, 5 de marzo de 2011

Venderse por un plato de lentejas

¡Ay, cuántos se venden por un plato de lentejas! De esta bíblica sentencia se derivan otras como ser un vendido o venderse por dos duros, mucho menos bonitas que la original. Como puede verse, se utiliza para indicar que una persona acepta enseguida en una negociación porque obtiene un beneficio que, en realidad, es pequeño o incluso ridículo.

La expresión proviene de un episodio de la Biblia: Rebeca e Isaac, uno de los patriarcas del Antiguo Testamento, tenían dos hijos, Esaú y Jacob. Eran gemelos, pero Esaú era el mayor, puesto que había nacido en primer lugar. Por lo tanto, tenía los derechos de la primogenitura (era el heredero de los bienes físicos y morales de su padre), pero Jacob era el preferido de su madre. Esaú era un cazador diestro y un hombre de campo, mientras que Jacob era tranquilo y amaba quedarse en casa. Un día Jacob estaba haciendo un potaje de lentejas y llegó Esaú de campo, agotado, y le dijo:

"Dame un plato de esa cosa roja, que estoy agotado". [...] Jacob le contestó: "Si me lo pagas hoy con los derechos de primogénito". Esaú dijo: "Estoy que me muero, ¿qué me importan los derechos de primogénito?". Jacob le dijo: "Júramelo primero". Y él se lo juró, y vendió a Jacob los derechos de primogénito. Entonces Jacob dio a Esaú pan y potaje de lentejas; él comió y bebió, y se puso en camino. Así malvendió Esaú sus derechos de primogénito" (Gen. 25, 29-34).

La historia no acabó aquí, puesto que luego su madre, Raquel, lo ayudó a engañar a su padre, Isaac, que se había quedado ciego: se hizo pasar por Esaú poniéndose pieles de cabrito en los brazos, para que su padre, al tocarlas, pensara que era el pelo del brazo del hermano mayor, pues Jacob era lampiño. Así Jacob consiguió la bendición de su padre y los derechos de primogénito y se marchó. Cuando Esaú se enteró, a pesar de que se había vendido por un plato de lentejas, juró matar a su hermano, engrosando así la lista de hermanos que se llevan mal, como Caín y Abel, Rómulo y Remo o los hermanos Matamoros.

Referencias: