sábado, 26 de febrero de 2011

Kafkiano

Es corriente en prensa y televisión escuchar que un suceso es kafkiano, que vivimos en una sociedad kafkiana... Pero ¿de dónde viene este curioso adjetivo? ¿Y qué significa realmente?

Franz Kafka es un celebérrimo escritor judío checo, que nació en Praga (1883) y murió en Viena (1924), y fue autor de obras muy conocidas, como La metamorfosis, donde el protagonista se despierta convertido en un bicho gigantesco. Los personajes de Kafka son así: viven en situaciones ilógicas que no comprenden porque son absurdas en sí mismas, pues no tienen ni principio ni fin, ni una solución clara; están atrapados en un laberinto sin salida del que no pueden escapar, pero continuamente deben avanzar hacia ninguna parte.

De este modo, Kafka se adelantó definiendo la época que comenzaba a vivir: una sociedad en la que las personas son números, puedes perder tus derechos si no tienes tu documentación, o puedes quedarte sin casa por defectos de forma en los papeles que te identifican. No sabes un idioma si no posees el título, te pueden embargar si no consta que has pagado las facturas... En un mundo así, nada tiene sentido, pero tenemos que seguir avanzando cada día, sin tener muy claro cuál es nuestro destino. Por eso, cuando estamos encerrados en un sinsentido, decimos que vivimos en un mundo kafkiano.

Referencias:
  • García Remiro, José Luis (2001). ¿Qué queremos decir cuando decimos...? Frases y dichos del lenguaje diario. Madrid: Alianza.
  • Kafka, Franz (1915). La metamorfosis. En línea.

Queísmo y dequeísmo

La lección de hoy es principalmente sintáctica, y afecta sobre todo a los verbos que rigen o no complemento preposicional (también llamado "de régimen verbal" o "suplemento") con la preposición de (u otras, menos frecuentes). También afecta, a veces, a los complementos del nombre, pues son asimismo introducidos principalmente por esta preposición.

En primer lugar, incurrimos en dequeísmo cuando introducimos un de delante de la conjunción que cuando no está exigido por ningún elemento del enunciado. En estos casos, lo correcto es usar solo la conjunción:
  • Se me olvidó *de que habíamos quedado > Se me olvidó que habíamos quedado.
Es necesario ser cuidadoso, puesto que un mismo verbo puede regir o no complemento preposicional con de, según su uso. Compárese:
  • Me alegra *de que hayáis venido > Me alegra (que hayáis venido) [ESO (Sujeto) me alegra].
  • Me alegro (de que hayáis venido) [Yo me alegro DE ELLO (C. Prep.)].
Hay que tener especial cuidado con el verbo decir, pues se está extendiendo una derivación que me atrevería a llamar "deísmo": el uso de decir de + infinitivo, que parece signifcar 'proponer'. Tanto dequeísmo como "deísmo" son incorrectos:
  • Le dije *de que viniera > Le dije que viniera.
  • Le dije *de quedar > Le propuse quedar/Le dije que si quedábamos/etc.
En segundo lugar, incurrimos en queísmo cuando suprimimos la preposición, generalmente de, pero también en o a, delante de que si esta está exigida por un elemento del enunciado:
  • Me acuerdo *que eras pequeño cuando ocurrió > Me acuerdo de que eras pequeño cuando ocurrió.
  • Me apuesto lo que quieras *que ganamos > Me apuesto lo que quieras a que ganamos.
  • Confío *que ganaremos > Confío en que ganaremos.
En todos los ejemplos, el verbo rige un complemento preposicional: me acuerdo de algo, me apuesto algo a algo y confío en algo.

No obstante, existen cuatro verbos que permiten tanto la construcción con complemento directo (CD) como con complemento preposicional (CP): avisar, dudar, informar y advertir (este último, solo si significa 'informar'); y también algunas construcciones con dar, como dar miedo, dar pena, dar vergüenza...:
  • Me avisó de que/que llegaba tarde.
  • Dudo de que/que puedas aprobar.
  • Se informa a los clientes de que/que cerraremos a las ocho.
  • Me advirtieron de que/que había baches en la carretera.
  • Me da miedo de que/que haya tanta delincuencia en el barrio.
Cuando advertir implica una amenaza, va sin preposición: Te adivierto que te voy a denunciar.

Por otra parte, el verbo cuidar permite tanto CD como CP, pero si va delante de que debe ir con CP con de:
  • Cuida la casa (CD, "cuídaLA).
  • Cuida de la casa (CP, "cuida DE ELLA").
  • Cuida *que no entre nadie > Cuida de que no entre nadie (CP, "cuida de ELLO").
Finalemente, se produce queísmo o dequeísmo con ciertas locuciones, mientras que otras permiten la alternancia. Aquí indico las formas correctas, que son las siguientes:
  • A medida que
  • Una vez que
  • A menos que
  • A pesar de que
  • A sabiendas de que
  • Encima de que
  • Con tal que/de que
  • Antes que/de que
  • Después que/de que
  • Luego que/de que
  • Enseguida que/de que
Para hacer un repaso de los verbos que rigen complemento preposicional, enlazo la página de Wikipedia que los explica, donde se expone un listado de estos verbos tan simpáticos. ¡Buena suerte!

Referencias: Gómez Torrego, Leonardo (2010). La normativa académica actual: cambios destacados. SM.

martes, 22 de febrero de 2011

Las cuentas de la lechera y las del Gran Capitán

Si te dicen que te estás haciendo las cuentas de la lechera o que tal cosa es el cuento de la lechera, ¡cuidado! Seguramente estás planificando cosas improbables o tienes ilusiones desmesuradas sobre el resultado de una cosa, pues partes de una base frágil y poco consistente.

La idea de hacerse ilusiones sin fundamento ya venía en el Calila y Dimna (1251), la traducción alfonsí de unos cuentos indios escritos en árabe. En ellos aparece el relato de un religioso que había guardado una olla de miel, y una noche se puso a soñar sobre lo que haría con el dinero que conseguiría por ella: compraría cabras, luego vacas, se haría rico, se casaría, educaría a su hijo y, si se portara mal, le pegaría con la vara que llevaba en la mano... y, alzando el brazo con la vara, le dio a la olla, la rompió y se le cayó la miel sobre la cabeza, echando a perder sus sueños de riqueza.


Don Juan Manuel en el Conde Lucanor (1335) hizo su propia versión del cuento, llamada "De lo que aconteció a una mujer que dicen Doña Truhana", con idéntico resultado. Sin embargo, ¿de dónde viene nuestra gentil lechera? Pues de la versión de Félix María de Samaniego, fabulista del siglo XVIII. Hay que tener en cuenta que muchas generaciones españolas aprendieron a leer con las fábulas de Iriarte y de Samaniego, y muchas de sus historias pasaron así al lenguaje popular. Dice esta fábula así:



Llevaba en la cabeza
una lechera el cántaro al mercado
con aquella presteza,
aquel aire sencillo, aquel agrado,
que va diciendo a todo el que lo advierte
«¡Yo sí que estoy contenta con mi suerte!»


Porque no apetecía
más compañía que su pensamiento,
que alegre la ofrecía
inocentes ideas de contento,
marchaba sola la feliz lechera,
y decía entre sí de esta manera:


«Esta leche vendida,
en limpio me dará tanto dinero,
y con esta partida
un canasto de huevos comprar quiero,
para sacar cien pollos, que al estío
me rodeen cantando el pío, pío.


»Del importe logrado
de tanto pollo mercaré un cochino;
con bellota, salvado,
berza, castaña engordará sin tino,
tanto, que puede ser que yo consiga
ver cómo se le arrastra la barriga.


»Llevarélo al mercado,
sacaré de él sin duda buen dinero;
compraré de contado
una robusta vaca y un ternero,
que salte y corra toda la campaña,
hasta el monte cercano a la cabaña».


Con este pensamiento
enajenada, brinca de manera
que a su salto violento
el cántaro cayó. ¡Pobre Lechera!
¡Qué compasión! Adiós leche, dinero,
huevos, pollos, lechón, vaca y ternero.


¡Oh loca fantasía!
¡Qué palacios fabricas en el viento!
Modera tu alegría,
no sea que saltando de contento,
al contemplar dichosa tu mudanza,
quiebre su cantarillo la esperanza.


No seas ambiciosa
de mejor o más próspera fortuna,
que vivirás ansiosa
sin que pueda saciarte cosa alguna.


No anheles impaciente el bien futuro;
mira que ni el presente está seguro.


Resulta bien divertida, y más con rimas tan ripiosas como "estío" y "pío, pío"; "consiga" y "barriga", etc.

Por último, no hay que confundir estas cuentas con las cuentas del Gran Capitán. Se atribuye esta expresión a una anécdota histórica del Gran Capitán, Gonzalo Fernández de Córdoba, que ganó el Reino de Nápoles para los Reyes Católicos (1506), mas estos le hicieron justificar sus gastos. Enojado, enumeró al rey Fernando una serie de dispendios exhorbitantes, con partidas como las siguientes:


"Por picos, palas y azadones, cien millones de ducados; por limosnas para que frailes y monjas rezasen por los españoles, ciento cincuenta mil ducados; por guantes perfumados para que los soldados no oliesen el hedor de la batalla, doscientos millones de ducados; por reponer las campanas averiadas a causa del continuo repicar a victoria, ciento setenta mil ducados; y, finalmente, por la paciencia de tener que descender a estas pequeñeces del rey a quien he regalado un reino, cien millones de ducados".

De este modo, esta expresión se emplea irónicamente cuando una cuenta o relación de gastos es exagerada o poco clara, o cuando no quieren darse explicaciones a un hecho.

Referencias: García Remiro, José Luis (2001). ¿Qué queremos decir cuando decimos...? Frases y dichos del lenguaje diario. Madrid: Alianza.

domingo, 20 de febrero de 2011

Dicen por ahí...

¡Segunda entrada del día! Estudiando diversas asignaturas, me he topado con un documento periodístico de la clase de Morfología general que no tiene desperdicio. Así que he decidido compartirlo en este blog. Si encuentro otros textos interesantes o me los pasáis, caso de que los halléis vosotros, los añadiré a esta nueva sección.


'Archisílabos' a tutiplén


AURELIO ARTETA 05/02/2010


A los archisílabos les espera larga vida entre nosotros. Me lo temía al observar que no ha desaparecido del mercado lingüístico ni uno sólo de los varios cientos ya divulgados; o cuando se constata, al contrario, la fruición con que los hablantes los siguen creando o paladeando.

Funcionarios, periodistas, políticos, profesores universitarios y expertos de todo pelaje andan empeñados en inventar o escoger palabras largas que suplanten a otras de igual significado, aunque más breves. Pero la certeza del triunfo del archisílabo la tuve el día en que escuché una diferenciación en boca de un académico de la Lengua..., justo en el momento en que él mismo reprobaba la moda del archisílabo.

Si hasta aquí ha llegado la marea, a lo mejor es momento de entregar otra nueva remesa de estos términos hinchados y con los que buscamos hincharnos. Dado el caso citado, ¿empezaremos con los que se estiran gracias a coser el sufijo -ción a ese cuerpo tenido por raquítico? Pues en esa bolsa se meten en los últimos tiempos la tutorización en vez de la 'tutoría', la matización por el 'matiz', la exceptuación en lugar de la 'excepción', la habituación que es nada más que 'costumbre' o 'hábito', o la afectación cuando quiere decirse 'afección' o 'daño'. La mayoría prefiere hoy la suposición al 'supuesto', la titulación al 'título', la finalización al 'final' y la ejercitación al 'ejercicio'. Es verdad que, de momento, sólo los más pedantes emplean la secuenciación por la 'secuencia', la postulación por el 'postulado', o la transversalización por vaya usted a saber..., pero la dolencia es contagiosa y todo llegará. El policía ya no le pregunta a uno por su 'domicilio', sino por su domiciliación, igual que el funcionario no nos pide el 'certificado', sino la certificación.

Bien es verdad que a muchos archisílabos les ayuda la ignorancia de las lenguas clásicas por parte de quienes los acuñan o seleccionan. Y por ahí se nos cuelan la asertación para decir 'aserción' o 'aserto', así como coaligación para referirse a una 'coalición' o la amenaza de excomulgación, no de 'excomunión', que lanzaron el otro día contra nuestro presidente del Congreso. Nos enteramos de que el pesquero español sufrió una interceptación de los piratas, porque casi ningún informador sabe construir 'intercepción'. Los señores de la industria, que antes obtenían 'financiación' y ahora hablan de financiarización (¿), nos obsequian un día con la flexibilización de sus plantillas y al otro con una desaceleración de sus ventas. Mientras ellos exigen la desregula(riza)ción, los sindicatos claman contra la fragilización del empleo. Lo de la modelización, francamente,aún no lo he pillado. En cambio, es notorio que la 'síntesis' ya va para sintetización, la 'mediación' asciende a intermediación, el 'ocultamiento' muda en invisibilización y hay partidos políticos que acusan a otros de parcialización (quiero suponer que de 'sectarismo'). ¿Entienden entonces por qué el creador del Padre Brown bramaba contra "el polisílabo, ese enorme y viscoso ciempiés..."?

Salta a la vista que otra familia de estos crecidos vocablos florece a una con el gusto por la abstracción que por aquí arrasa, pese al índice de fracaso escolar. En cuanto nos dejan, abandonamos la 'esencia' para ir directos a la esencialidad, la 'sustancia' para atender más bien a la sustantividad, la 'circunstancia' para refugiarnos en la circunstancialidad y hasta la 'diferencia' palidece ante la diferencialidad.

Las formaciones políticas se disputan la centralidad, no simplemente el centro, y el Gobierno propone políticas de sostenibilidad porque ya no valen las de 'sostenimiento'. Si antes la regla tenía su 'excepción', ahora tiene su excepcionalidad. Habrán de saber que la novela actual no cultiva el género de la 'ficción', sino el de la ficcionalidad y los mejores novelistas, perdida la 'sutileza', derrochan sutilidad. Hay muchos que se entregan a su afición con cierta habitualidad, cuando antes se dedicaban a ello con alguna 'frecuencia'. Bastantes lectores se atienen a la literalidad de lo escrito, en lugar de atenerse a la 'letra'. Y si ustedes leyeran despacio los prospectos técnicos, se enterarían de que sus aparatos cuentan con un dispositivo de conectividad, o sea, de 'conexión'; e incluyen mejoras de usabilidad, pero no de 'uso'...

Unos cuantos verbos (y sus derivados) han sufrido también estiramientos faciales que no siempre les favorecen. Para referirse a 'toma de conciencia', se ha pasado desde el feo concienciar de mis tiempos mozos a los aún más horrísonos concientizar y a su correspondiente concientización. Ya tiene también sus añitos el subjetivizar, que nada añade a 'subjetivar', salvo una sílaba; más recientes son el basamentar por 'basar' o el direccionar en lugar de 'dirigir' (y con ello el direccionamiento en el sentido de 'dirección' espacial). Si ya conocíamos el posicionar, ahora decimos reposicionar para resituar o recolocar; lo mismo que al dimensionar han de seguirle el redimensionar y el redimensionamiento. 'Plasmar' se ha esfumado ante el materializar, que vale tanto para cumplir un proyecto como para meter un gol. Imaginen el brillante juego de participios que todo esto permite. Igual que el descenso de temperaturas será siempre generalizado y nunca 'general', lo jerarquizado ha desplazado a 'jerárquico', lo individualizado a 'individual' y lo globalizado a 'global'.

Junto a múltiples expresiones verbales ya apuntadas en anteriores entregas, se nos vienen encima neologismos temibles. De algunos con los que he topado no sabría dar su versión aproximada, como el confesionalizar o el sectorizar. De otros sólo sé lo que me cuentan: que en Lógica el precioso implicatar alude a 'implicar' o 'suponer' e implicatación a 'supuesto'; o que la jerga judicial y la bancaria han estampado el aperturar porque 'abrir' les sabía a poco.

Las variedades de archisílabos son inagotables para un oído al acecho. El mío ha captado este último año que el 'desplome' está dejando paso al desplomamiento, que al 'refuerzo' muchos prefieren un buen reforzamiento o que un conflicto entre amigos no produce su 'distancia', sino su distanciamiento. Conozco a quienes, lejos de haber recibido un buen 'trato' en aquel hotel, recibieron un buen tratamiento. El objetivo 'final' resulta más pomposo si se vuelve finalista, aun cuando el 'analista' se queda corto frente al analizador y el 'mediador' o 'intermediario' frente al intermediador. Eso sí, al 'colaborador' algunos le llaman colaborativo, y, por si les interesa, los faros de mi nuevo coche son adaptativos, no 'adaptables'. Se habrán fijado que nuestro ejército no cuenta con tantos soldados, sino con tantos efectivos.

Hoy tiende a convertirse todo 'aislamiento' en aislacionismo, lo mismo que cualquier 'reducción' es fruto de un premeditado reduccionismo o que la 'oposición' siempre hace un perverso oposicionismo. Algo tendrán que ver con el saber del 'empresario' -emprendedor, ya me entienden- los cursos de emprendurismo, así como el incrementalismo con el que acabo de tropezar seguro que alude a algún 'aumento'. Me barrunto que sumatorio es como un 'sumario' pero más largo, de igual modo que la 'recopilación' ha dado en recopilatorio. Y puedo asegurarles, en fin, que hay asignaturas universitarias cuyos temas no componen un programa 'disciplinar', sino un programa disciplinario.

Ya lo dejó escrito Chesterton: corren tiempos en que "no importa lo que digas mientras lo digas con palabras largas y cara larga". No les digo más.

Infinitivos espurios


¡Vaya título le he dado a esto! "Espurio" significa 'falso, engañoso' y, cuando se refiere a un hijo, 'bastardo'. Pero no he venido a hablar de esto, sino de infinitivos que se utilizan falsamente, esto es, de manera incorrecta. Hay muchos casos y son muy variados, pero vamos a tratar los más importantes.

Dos son los casos más frecuentes de infinitivos erróneos: los infinitivos imperativos y los infinitivos independientes. El primer caso, que se produce en segunda persona del plural, está atestiguado desde antiguo, por lo que la Academia asume que se emplean coloquialmente, aunque su empleo debe evitarse: debe utilizarse el imperativo.
  • Venid aquí (frente a *Venir aquí).
  • Id a jugar (*Ir a jugar).
  • Tened cuidado (*Tener cuidado).

Cuando el imperativo lleva pospuesto el pronombre átono os, la d intervocálica cae, y nunca debe usarse el infinitivo; a veces aparecerán cambios acentuales, como en el caso de venir. Es particularmente incorrecto y rechazable cambiar en este caso os por se, cosa típica de zonas que "ustedean", es decir, usan ustedes por vosotros.
  • Comeos el bocadillo (*Comeros el bocadillo / *Comedselo / *Comerselo ).
  • Veníos con nosotros (*Veniros con nosotros / *Venidse / *Venirse).

Para acabar, hay algunos imperativos "difíciles" en español, que son:
  • SER: (tú), sea (usted), seamos, sed (vosotros), sean (ustedes).
  • HACER: haz, haga, hagamos, haced, hagan. Son como poner, salir, etc., que tienen g en la 1ª persona del singular del presente de indicativo, y la recuperan en los imperativos de respeto.
  • SABER: sabe (tú, apenas se usa), sepa, sepamos, sabed, sepan.
  • IR: ve/vete (¡nunca *ves!), vaya/váyase, vayamos/vayámonos, id/idos (¡nunca *íos ni *iros), vayan/váyanse.

La segunda incorrección es mucho más moderna, pero igualmente debe evitarse. Existen ciertos verbos (comunicar, decir, señalar, indicar, informar...) que se utilizan como principales en oraciones declarativas, cuando el infinitivo necesita obligatoriamente depender de un verbo conjugado. Así, son incorrectas construcciones como:
  • Por último, *indicar que no todo está perdido.
  • Señoras y señores, *decirles que los aprecio mucho.
Las versiones correctas de estas oraciones son, naturalmente, las que presentan el verbo conjugado u otro verbo principal:
  • Por último, quiero/es necesario/me gustaría indicar que no todo está perdido.
  • Señoras y señores, les digo/les comunico/querría decirles que los quiero mucho.

Referencias:
  • Gómez Torrego, Leonardo (2010). La normativa académica actual: cambios destacados. SM.
  • RAE (2006). Diccionario panhispánico de dudas. En línea.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Cosa del otro jueves

No sé si alguien ha oído alguna vez decir de algo que no es cosa o nada del otro jueves, pero es una expresión muy castiza y común. La expresión alude a que se trata de una cosa corriente, vulgar, que no tiene nada de extraordinario. Pero, ¿por qué las cosas del jueves habían de ser extraordinarias?

La explicación, según muchos paremiólogos (expertos en "paremiología", la disciplina que estudia los dichos, refranes y frases hechas) acaso se encuentra en la costumbre de comer bien y en abundancia la noche de los jueves, puesto que el viernes, en la tradición cristiana, es día de abstinencia y ayuno, sobre todo de carnes. Esta penitencia era socialmente obligatoria, pero se hacía trampa comiendo muchísimo antes de que dieran las doce de la noche. Incluso sabemos, por la literatura, que la gente atrasaba los relojes para poder comer unos minutos más tras la medianoche. Así, dice Quevedo en Lo más corriente de Madrid (1689) que había "relojes como tribunales, que se apela de unos a otros, aunque los más atrasados son los más finos jueves en la noche".

De esta forma, hablar del extraordinario jueves pasado se convirtió en una comparación recurrente para indicar que el tema que se tratara no era tan extraordinario como la cena del jueves. De aquí se extendió y decimos que tal o cual asunto no es cosa del otro jueves porque tiene poca importancia.
  • García Remiro, José Luis (2001). ¿Qué queremos decir cuando decimos...? Frases y dichos del lenguaje diario. Madrid: Alianza.

lunes, 14 de febrero de 2011

Puntuación general (II): el punto y coma, los dos puntos, los puntos suspensivos y el punto.

¡Vamos a por la segunda tanda de signos de puntuación! Hoy vamos a tratar los signos que podemos considerar que acaban un enunciado o, como en el caso del punto y coma, están muy cerca de hacerlo. No tienen tanta complicación como la coma, pero aún así tienen su aquel.

1. El punto y coma

El DRAE considera que el punto y coma
"indica una pausa mayor que la marcada por la coma y menor que la señalada por el punto [...]. El punto y coma es, de todos los signos de puntuación, el que presenta un mayor grado de subjetividad en su empleo, pues, en muchos casos, es posible optar, en su lugar, por otro signo de puntuación, como el punto y seguido, los dos puntos o la coma; pero esto no significa que el punto y coma sea un signo prescindible".
Sin embargo, tenemos dos usos en los que es siempre obligatorio: siempre lo utilizamos para separar una enumeración compleja, que ya incluya comas por motivos diversos; y lo empleamos para separar elementos de una lista en líneas independientes:
  • He puesto un nueve, que es la mejor nota; tres sietes, que no están mal; y un montón de aprobados.
  • He puesto un nueve;
  • tres sietes;
  • y un montón de aprobados.

A partir de aquí, los distintos usos del punto y coma alternan con el punto y seguido, la coma o los dos puntos. De este modo, podemos usar punto y coma para separar oraciones yuxtapuestas y delante de los conectores adversativos (mas, pero, sino, sin embargo...), sobre todo si las oraciones son largas:
  • La del primero me compra; la del segundo, también.
  • La distancia hasta el primer puesto es mucha; pero hay que esforzarse.

2. Los puntos suspensivos

Estos son fáciles... Indican vacilaciones, anacolutos (esto es, frases cortadas y en suspense), y con valor de etc., con el que no debe combinarse. Cuando va entre corchetes [...] significa que se elide una parte de un texto original.

Lo más interesante en este caso es, pues, hablar de su combinación con otros signos. NUNCA se combina con punto y final, es decir, la oración debe acabar en tres puntos, no en cuatro; sin embargo, sí que puede aparecer con con coma, punto y coma y dos puntos, siempre seguido y sin espacio:
  • No lo había pensado...: ¡mejor se lo digo!
  • No sé por qué se lo dije...; debería haberme callado.
  • Me dijo que no sabía..., que estaba borracha..., que en el fondo me quiere...

3. Los dos puntos

Este signo indica una pausa más fuerte que la coma o el punto y coma, y se utiliza para llamar la atención sobre lo inmediatamente posterior. Por eso es muy útil para introducir enumeraciones, explicaciones, conclusiones, etc.
  • Hijo mío, la felicidad está en las pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna...
  • Te lo dije: ese hombre no te conviene.

4. El punto

Me niego a explicar cómo se usa el punto, es demasiado fácil: se pone si se acaba la oración. Sí que es interesante ver cómo NO se usa, ya que parece mentira, pero hay mucha confusión.
  • Se escribe punto tras la abreviaturas (Sr., D., etc.), pero no en las siglas (AVE, VIP).
  • El punto se escribe siempre tras el paréntesis, la raya y las comillas, nunca antes: "Me gusta la literatura".
  • Nunca escribimos punto tras interrogación y exclamación, pues estos signos ya significan final de oración: "¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?". Si hay comillas en medio, como en el caso anterior, sí ponemos punto.
  • Por último, y dejando algunas cosas menores en el tintero, los títulos de películas, libros, revistas, etc. NUNCA acaban en punto, así:
The end

jueves, 10 de febrero de 2011

¡Esto es Jauja!

El valle de Jauja es un rico valle situado en el Perú, ese país que para los españoles que vivieron en tiempos inmediatamente posteriores a Cristóbal Colón representaba la riqueza y la abundancia de tesoros. Es cierto, en parte, que este lugar era rico en recursos, pero la imaginación popular lo convirtió en un paraíso donde se nadaba en la abundancia y todo lo apetecible estaba al alcance de la mano. Parece ser que esta interpretación procede del tesoro que el líder local Atahualpa le entregó a Pizarro, que fue el conquistador de un lugar llamado "Xauxa", en Perú. El pueblo identificó la riqueza con este lugar y exageró sus bienes.

De hecho, el autor teatral Lope de Rueda ya habla de Jauja como un lugar maravilloso en su paso El deleitoso (1547), donde Honzigera y Panarizo, dos truhanes, engañan a un simplón llamado Mendrugo hablándole de Jauja, donde la tierra rebosa leche, vino y miel; de los árboles cuelgan lechones asados y está prohibido trabajar. Mientras tanto, le quitan al pobretón, que ya soñaba despierto, su cazuela con arroz, huevos y queso para su mujer.

Hoy en día, dicimos ¡esto es Jauja!, con o sin exclamación, para indicar en la mayoría de los casos una gigantesca ironía: algún ingenuo cree que todo va a ir bien o que todo va a ser próspero y abundante, cuando en realidad el sentido común nos dice que no será así. De todos modos, también podemos decirlo de manera literal, en el sentido de riqueza fácil: "Mi nuevo trabajo es Jauja: ¡me pagan un montón y no hago nada!". Sin embargo, la ironía o la amargura suele prevalecer. Así, yo he dicho a muchos de mis alumnos: "Sin hacer ni el huevo no te pienso aprobar... ¿o te crees que esto es Jauja?".

En este sentido de riqueza, irónica o no, también se dice que atan los perros con longanizas, ya sea una persona o en algún lugar, para decir que hay una gran abundancia de recursos. "¿Qué te crees, que en tal sitio atan los perros con longanizas?", decimos cuando queremos hacer ver que en otro sitio no habrá más recursos que aquí. Otras frases conocidas con un valor similar son no es oro todo lo que reluce (frase que, por cierto, aparece como mala traducción de un poema de El Señor de los Anillos, que se titula realmente No todo el oro reluce) y también (no) todo el monte es orégano: "Mírala, qué feliz con su nuevo trabajo... Esta se cree que todo el monte es orégano". La mención al orégano se debe a que, en los tiempos antiguos, se atribuían al orégano multitud de beneficios y cualidades sanadoras.

martes, 8 de febrero de 2011

Puntuación general (I): la coma.

Muy bien, vamos a coger el toro por los cuernos: la puntuación, en todas las lenguas, no es cosa fácil. Intuitivamente todo el mundo sabe que de vez en cuando ha de poner unos simbolitos que se llaman signos de puntuación. Ahora, ponerlos correctamente nos sale a muy pocos.

Hay una serie de personas, llamadas escritores, periodistas de prestigio -es decir, que no los conoce nadie, porque no salen en "Sálvame"- e intelectuales, que pueden jugar con los signos de puntuación rozando los límites de la corrección. Estos seres elevados y sutiles pueden y deben tener eso conocido como "estilo", que permite juegos y retruécanos mediante la puntuación general que provocan nuestra admiración y nuestro respeto. Lamentablemente, la mayoría de los mortales han crecido con B. E. (por las demandas), y necesitan unas reglitas que les digan que los signos van aquí y allá, si no queremos que el texto, en lugar de tener un estilo peculiar, resulte un buñuelo.

Los signos de puntuación en español son la coma, las comillas, el corchete, los dos puntos, la interrogación, la exclamación, los paréntesis, el punto, los puntos suspensivos, el punto y coma y la raya. Ahora bien, la coma es, de lejos, el más difícil y vapuleado signo de nuestras letras. Por eso esta entrada se centrará en ella, y los demás los trataremos en entradas siguientes.

Respeto a la coma, el DRAE dice lo siguiente:

coma. Signo de puntuación (,) que indica normalmente la existencia de una pausa breve dentro de un enunciado [...]. No siempre su presencia responde a la necesidad de realizar una pausa en la lectura y, viceversa, existen en la lectura pausas breves que no deben marcarse gráficamente mediante comas. Aunque en algunos casos el usar la coma en un determinado lugar del enunciado puede depender del gusto o de la intención de quien escribe, existen comas de presencia obligatoria en un escrito para que este pueda ser correctamente leído e interpretado.

Así pues, entendemos que hay dos aspectos en la coma: en primer lugar, suele implicar una pausa (criterio fónico); en segundo lugar, existen comas obligatorias que no representan pausas, sino que son necesarias para la correcta interpretación textual (criterio sintáctico). En realidad, desde el siglo XVIII la coma ya no es fónica, sino sintáctica, pues ha de establecerse para delimitar la sintaxis de la oración.

Resumen general del uso de la coma

1. Utilizamos la coma para delimitar incisos o introducir aclaraciones. En estos casos el inciso debe ir entre dos comas, o entre pausa y coma. En este uso alterna con la raya y los paréntesis. Si lo usa Punset se acompaña, además, de un ligero tembleque y babeo opcional.

Este uso se muestra en:

1.1. Las aposiciones, es decir, sustantivos que explican a otros sustantivos: "La Real Academia, insigne institución dedicada a la lengua española, fija la norma del idioma".

1.2. Adjetivos explicativos, u oraciones subordinadas adjetivas de relativo explicativas. Nótese que si el adjetivo o la oración adjetiva son especificativos, no llevan coma, porque el significado cambia. Fijémonos:
  • La casa, abandonada, se construyó en 1916.
  • La casa, que está abandonada, se construyó en 1916.
> Solo hay una casa, y está abandonada.
  • La casa abandonada se construyó en 1916.
  • La casa que está abandonada se construyó en 1916.
> Hay varias casas, mas la abandonada es de 1916.
1.3. Cualquier expresión u oración de carácter accesorio, que nada tiene que ver con la oración principal: "Con estas notas, ¡ay, Señor, llévame pronto!, no vamos a ningún sitio".

1.4. Cualquier complemento oracional, lo cual incluye aclaraciones, comentarios, precisiones, etc.: "El castellano, según todos los estudios filológicos, goza de buena salud".

2. Empleamos la coma para separar elementos u oraciones dentro de un mismo enunciado. Eso se concreta en:

2.1. Los vocativos, que siempre van entre comas: "Juan, te he dicho que te calles".

2.2. Las enumeraciones de elementos o funciones gramaticales equivalentes que no sean complejos, es decir, que no contengan ya comas, pues entonces utilizaríamos punto y coma. El último elemento se introduce con las conjunciones y, e, ni, o, u, siempre sin coma delante; o se cierra con puntos suspensivos o un etc.:
Por dondequiera que fui,
la razón atropellé,
la virtud escarnecí,
a la justicia burlé
y a las mujeres vendí.
Yo a las cabañas bajé,
yo a los palacios subí,
yo los claustros escalé
y en todas partes dejé
memoria amarga de mí.
José Zorrilla: Don Juan Tenorio.
Precioso, desde luego. No debe confundirse, en lo anterior, la conjunción que une los elementos con la conjunción que une esa enumeración con un enunciado anterior, que sí que iría precedido de coma. Véase un ejemplito aclaratorio: "Julia se lió con Javi, con Pedro y con Manuel, y al final se casó con Marina". Un poco rara, la tal Julia, ¿verdad? Por cierto, y esto sirve para todo lo anterior: esta norma no evita otras. Por ejemplo: "Luis, mi vecino, y mi hermano son muy amigos", donde la coma antes de y se debe a que mi vecino es aposición.
2.3. Se escribe coma entre el sujeto y el complemento cuando el verbo se elide, por ser sobreentendido: "El mayor es rubio; el pequeño, moreno"; "Tres por tres, nueve".

2.4. Se escribe coma delante de oraciones introducidas por los siguientes conectores:
  • , ya... , ya... / , (o) bien... , (o) bien...: "Haremos la fiesta, o bien en tu casa, o bien en la mía".
  • , excepto / , salvo / , menos: "Iremos todos, salvo el profe"
  • , pero /, mas / , aunque / , sino (que): "No vendrá el profe, sino Brad Pitt y Angelina Jolie"
  • , con que / , así que / , de manera que...: "No vendrán ni uno ni otro, así que confórmate con tus feos amigos".
2.5. Cuando los complementos circunstanciales y las subordinadas adverbiales equivalentes van delante del verbo principal irán separados del enunciado por una coma, aunque puede evitarse si es muy corto: "Aunque la mona se vista de seda, mona se queda"; "Si lo sé no vengo". Es el caso del "Por donde quiera que fui," del ejemplo de Don Juan Tenorio, pues es un complemento circunstancial de lugar delante del verbo principal, además de un verso hemosísimo.

2.6. Se escriben entre comas (o entre pausa y coma) los siguientes enlaces y locuciones de valor introductorio, y otros similares:
  • , esto es, / , es decir, / , o sea, : "Me encanta, o sea, es genial".
  • , ahora bien, : Eres imbécil, ahora bien, un imbécil encantador".
  • , en primer lugar, /, por una parte, / , finalmente, ... : "En primer lugar, hablemos de mí".
  • , además, : "Tengo muchos amigos y, además, muchas amigas".
  • , sin embargo, / , no obstante, : No quiero hacerlo y, sin embargo, lo haré".
  • , por el contrario, / , en cambio, : "Me dijo una cosa, pero, en cambio, hizo otra".
  • , efectivamente, / , generalmente, ... "Creo que, ciertamente, las cosas no van bien".
  • , en cuanto a, / , respecto de, / , con respecto a, / , en relación con, : "En cuanto a ti, no quiero volver a verte".
  • , en ese caso, / , a pesar de todo, / , para eso, / , aun así, : "A pesar de todo, nos queremos".

Usos incorrectos de la coma

Por si usar bien la coma no fuera ya de por sí complejo, ciertos hablantes se empeñan en añadir usos extraños, absurdos y repajoleros a nuestro sufrido idioma. Como esta gente está muy recomendadita en los ámbitos que coloniza, las buenas gentes poco versadas en gramática copian estos repugnantes usos, que se hacen más populares que un paseo de B. E. por el Carrefour del barrio. Estas comas mal empleadas son:

1. Nunca separamos sujeto y verbo, aunque el sujeto sea largo, aunque sea enumerativo, aunque nos amenacen de muerte con una pistola. Es un vicio feísimo que demuestra, nada más aparecer, nuestra ignorancia del idioma: "El hermano del primo del sobrino del vecino del quinto es feísimo"; "Mis padres, mis tíos y mis abuelos me felicitaron ayer"

2. No debe escribirse coma delante de la conjunción que cuando esta tiene sentido consecutivo y va precedida, inmediatamente o no, de tan(to) o tal: "Te quise tanto que para olvidarte una vida no basta" (Paulina Rubio).

3. No se escribe coma tras pero si introduce, inmediatamente después, una pregunta o exclamación: "Pero ¿qué te han hecho?"

4. En las cartas, correos electrónicos y otras misivas usar coma tras el saludo es un anglicismo detestable, que debe evitarse en castellano. En español se usan los dos puntos: "Queridos Reyes Magos: Este año he sido muy bueno".

domingo, 6 de febrero de 2011

Con la iglesia hemos topado


Eso decimos, con la iglesia hemos topado, cuando tropezamos con un obstáculo difícil de superar o insalvable, similar a la intransigencia eclesiástica en ciertos temas. Al principio se refería solo a esta docta y cochambrosa institución, pero se ha extendido, entre socarrona y desalentada, a cualquier autoridad: la administración, el jefe, la empresa, el gobierno...

La frase proviene, como muchas otras, del Quijote, lo que atestigua una vez más su éxito editorial en el siglo XVI y siguientes. Lo curioso del asunto es que en la obra no tiene ese matiz malévolo de quejarse de la autoridad que nos impide hacer algo, sino que los protagonistas se topan de verdad con una iglesia buscando el palacio de Dulcinea del Toboso:


Guió don Quijote, y habiendo andado como doscientos pasos, dio con el bulto que hacía la sombra, y vio una gran torre, y luego conoció que el tal edificio no era alcázar, sino la iglesia principal del pueblo. Y dijo:
- Con la iglesia hemos dado, Sancho.

El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha. Vol. II, Cap 9

De hecho, el cambio del verbo dar, con el sentido de 'encontrar', por topar, que puede significar 'hallar casualmente', pero también 'tropezar con un obstáculo', da una idea de la detención de intenciones que supone la frase.

Y, ahora que nos hemos detenido en el Quijote, hay que indicar que es un maravilloso tesoro de frases hechas y refranes populares, sobre todo, gracias a Sancho, que los recoge en su hablar pueblerino y saleroso. Así, atestigua refranes como una golondrina sola no hace verano o cuando una puerta se cierra, otra se abre; y crea frases hechas nuevas, como la que tratamos o la conocida el que lee mucho y anda mucho, ve mucho y sabe mucho.

Es interesante saber, asimismo, que tan grande ha sido su fama, que hay quien le atribuye frases apócrifas, es decir, que nunca aparecieron en el Quijote o lo hicieron de manera muy distinta. La más famosa es ladran, luego cabalgamos, que indica que algo estamos haciendo (normalmente, bien), porque hay muchos hablando y quejándose de nosotros. Atribuida a Cervantes, nunca la escribió su maravillosa pluma. Se ha buscado su origen incluso en la Grecia Antigua, pero parece que con esta traducción proviene de Goethe y su poema Kläffer (Ladrador, literalmente). En cualquier caso, ahí queda la frasecita y su significado.

Referencias:

sábado, 5 de febrero de 2011

1+1=3! El número (II): palabras acabados en consonante

En este segundo apartado trataremos las palabras cuyo singular acaba en consonante. En las últimas reformas de la RAE ha habido ciertos cambios que conviene conocer y practicar, de manera que tengamos una lengua unificada. ¡Allá vamos!

1. Palabras cuya terminación es posible en castellano (-r, -l, -n, -z, -d, -s, -x)

Estas palabras harán el plural en -es, excepto las excepciones que trataremos después. Esto afecta a las palabras propiamente castellanas y a las extranjeras adaptadas y admitidas por el diccionario:
  • máster > másteres, nunca *másters
  • sal > sales,
  • pin > pines, nunca *pins
  • diez > dieces
  • verdad > verdades
  • autobús > autobuses
  • fax > faxes, nunca *los fax
Pero, por primera vez, también afecta a las palabras latinas castellanizadas, aunque no a las locuciones latinas (conjuntos de palabras en latín). Es decir, hemos de usar currículo > currículos, pero "el curriculum vitae" > "los curriculum vitae". Y se considera incorrecto utilizar los plurales en latín, como *corpora o *curricula, que sí se usan en inglés y otras lenguas.

Las palabras régimen, carácter y espécimen siguen la norma, pero cambian su acentuación: regímenes, caracteres y especímenes.

Las excepciones a esta regla son:
  • Los adjetivos exprés, unisex, ex y relax son invariables: "establecimientos unisex".
  • Los sustantivos óscar ('premio'), márquetin, trávelin, búmeran, cárdigan, mánager, cáterin, súper e hiper ('establecimientos comerciales') son invariables: "han abierto muchos híper", "tiene una colección de búmeran".
  • El nobel (¡sin acento!) es invariable si designa el premio: "los premios Nobel", pero si hay varios candidatos, puede hacer plural: "se reúnen varios nobeles de literatura".
  • El sustantivo de origen griego hipérbaton, que designa en poesía el desorden gramatical de la oración, tiene el plural irregular hipérbatos. El resto son invariables: los asíndeton.
  • Los compuestos con la palabra pies tampoco varían: los ciempiés.

2. Palabras acabadas en otras consonantes, atípicas en castellano (-b, -g, -t, etc.)

Desde las últimas reformas, estas palabras acabaran en -s. He de decir que no estoy de acuerdo, pues estas formaciones son extrañas a la historia del español. Pero, por otra parte, es cierto que su extensísimo uso ha obligado a normativizarlo. Así pues, tenemos que acatarlo. Por ello:
  • chip > chips
  • web > webs
  • robot > robots
  • módem > módems, etc.
Las excepciones a esta norma son:
  • El plural del exótico sándwich es sándwiches.
  • Si el sustantivo acaba en un grupo consonántico en el cual hay s o z, este no varía en plural: el test > los test.
  • El sustantivo club y sus compuestos, así como la palabra ítem, pueden hacer el plural en -s o -es: videoclubs, videoclubes; ítems (preferida), ítemes.
  • Los plurales de álbum e imám son álbumes e imames.

3. Plurales de las palabras compuestas

En el caso de las palabras compuestas, si se escriben ambos términos juntos (como la RAE suele recomendar), solo se hace el plural en el segundo término: medioambientes, Nochebuenas, etc. Si se escriben separadas, se hace el plural en ambas: Noches Buenas. Solo se exceptúa malos humores, siendo incorrecto *malhumores.

En los compuestos sintácticos (es decir, los compuestos que no funcionan nunca en una sola palabra, como mesa camilla) se presentan varias opciones, según su naturaleza:
  • Si el segundo término del compuesto puede ser atributo en una oración copulativa, se hace el plural en ambas palabras: palabra clave > "Esta palabra es clave" > palabras claves.
  • Si el segundo término no puede ser atributo porque la oración es absurda, entonces solo se hace el plural en la primera: célula madre > "*Esa célula es madre" > células madre.
  • Si el segundo término es un sustantivo prefijado, nunca cambia en plural: faros antiniebla.

4. Abreviaturas y siglas

En el caso de las abreviaturas acabadas en consonante, siempre añaden -s, nunca *-es: vols. ('volúmenes'), ejs. ('ejemplos'). ¡Cuidado! Si la palabra se abrevia dejando la última letra de la palabra (Administración > Admon.; Señor > Sr.) el plural se hace con -es: Sres., Admones. Se exceptúa Uds. ('Ustedes').

En las abreviaturas que se forman con una sola letra, la inicial de la palabra, el plural se construye duplicando esa letra: vv. ('versos'), AA. VV. ('Autores Varios').

En cambio, las siglas no cambian nunca en plural: las ONG ('Organizaciones No Gubernamentales'). Si las siglas se han convertido en sustantivos comunes, y por ello se escriben en minúscula, siguen las normas generales del plural: ovnis, pymes.

Por último, los símbolos de medida, los elementos químicos, los puntos cardinales y las monedas nunca varían en plural: 40 km., 2oo l. ¡Jamás añadimos *-s!

Referencias: Gómez Torrego, Leonardo (2010). La normativa académica actual: cambios destacados. SM.

viernes, 4 de febrero de 2011

Tener muchos humos o muchas ínfulas, y cómo bajarlos y bajarlas

¡Uf, la de gente que tiene los humos por las nubes! Y es que se dice de alguien que tiene muchos humos cuando esa persona es presuntuosa, es decir, se jacta de su valía y presume de sus cualidades. La expresión proviene de que la importancia de los pueblos se medía por el número de hogares que tenían, y de todos salía humo, porque todos tenían chimeneas con fuegos. Así, un pueblo era importante si tenía muchos humos. Pues, como dice la zarzuela Doña Francisquita, "por el humo se sabe dónde está el fuego":

Por el humo se sabe
donde está el fuego;
del humo del cariño
nacen los celos:
Son mosquitos que vuelan
junto al que duerme
y zumbando le obligan
a que despierte.
Que, por cierto, es una seguidilla estupenda.

También se dice, con este sentido de presunción y aires de superioridad, que alguien tiene muchas ínfulas. Las ínfulas son las tiras que caen de los gorros y capirotes de los sacerdotes, que son más largas o mayores en número según la jerarquía del prelado. Así, a más ínfulas, más importancia, y de ahí la frase. ¡Cuidado con decir, como ciertos pedantillos ignorantes, tener muchas *ínsulas! "Ínsula" es un cultismo que significa 'isla'. Aunque supongo que tener muchas islas de propiedad también nos haría importantes...

Ahora bien, lo mejor en estos casos es bajarle los humos al que los tiene subidos, que quiere decir, como puede intuirse, atacar a esa persona altanera poniéndola en el lugar que le corresponde. España siempre ha sido un país de soberbios, por lo que hay muchas frases relativas a rebajar las presunciones ajenas o regañar por ellas, como poner a alguien en su sitio; cantar las cuarenta, que proviene del juego del tute; o contar las verdades del barquero, inspirada en un cuento popular. Aunque la mayoría de ellas también se utilizan para, simplemente, decir la verdad desnuda a alguien.

Referencias: García Remiro, José Luis (2001). ¿Qué queremos decir cuando decimos...? Frases y dichos del lenguaje diario. Madrid: Alianza.